Mundo Erasmus: la Prof. ILUMINADA PÉREZ EN EL CONSERVATORIO “BENEDETTO MARCELLO” DE VENECIA (ITALIA)

Por Iluminada Pérez

Mi nombre es Iluminada Pérez, profesora en el departamento de Composición del CSMV, y me dirijo a vosotros para contar y compartir mi estancia en Venecia, realizada a través del programa de movilidad Erasmus.

En esta ocasión, he podido disfrutar de una experiencia realmente interesante e inolvidable en una de las ciudades más bellas de Europa, según mi parecer. En febrero del presente curso cogí un avión junto a uno de mis compañeros del centro y en poco tiempo aterrizamos en una ciudad envuelta en la niebla, la cual no hacía sino acrecentar aún más si cabe el encanto de la misma. Tras la llegada, tuvimos tiempo de alojarnos tranquilamente y dar un paseo por la ciudad para aclimatarnos y conocer la ubicación del objetivo de nuestra visita, el Conservatorio de Música “Benedetto Marcello”.

Sin embargo, no fue hasta el día siguiente que tuvimos nuestra primera toma de contacto, y la impresión inicial al entrar al conservatorio fue como si hubiésemos retrocedido en el tiempo, ya que el edificio es un antiguo palacio noble y como tal, la fachada y la entrada son de un estilo veneciano deslumbrante, aunque algo descuidado. En la puerta estaba el coordinador Erasmus del conservatorio, el cual muy amablemente nos enseñó el centro y nos presentó al personal de secretaría para que nos explicaran todo el proceso a seguir en cuanto a papeleo se refiere. Tras esta breve reunión, enseguida nos presentó a los profesores con los que habíamos contactado para realizar la estancia. En mi caso, fue muy agradable conocer en persona al profesor de composición Riccardo Vaglini, con el que había mantenido contacto desde el curso anterior, y cuya amabilidad y atención son dignos de mencionar.

Tras las presentaciones formales comenzó la que sería la primera clase de las nueve a las que pude asistir, sin contar el concierto ofrecido por el departamento de música electroacústica celebrado el último día de mi estancia, y al que tuve la suerte de ser invitada. Bajo la tutela del profesor Vaglini pude presenciar clases de composición, orquestación, análisis y una curiosa optativa que trataba sobre cómo entender el arte. En ellas tomé contacto con alumnos de distintos cursos y procedencia, algo que me llamó la atención, ya que había un gran número de estudiantes no solo de otros países europeos, si no de países tan diversos como Chile, Kazajstán, Rusia o China.

Antes de continuar, conviene aclarar que la educación superior en Italia incluye la formación profesional, formación artística y musical y la universidad. Los conservatorios italianos están adaptadas al Proceso de Bolonia y siguen un modelo educativo similar al resto de universidades europeas. Los estudios superiores se dividen en dos “fases”:

  • Grado (Laurea). Se imparte en un programa de tres años de duración. En los conservatorios de música se le denomina I livello (triennio).
  • Máster (Laurea magistrale). Se imparte en un programa de dos años de duración. Su equivalente en los conservatorios es el II livello (biennio).

 

Volviendo a mi experiencia como oyente, en las clases no sólo había diversidad de nacionalidades, sino de cursos. Pude estar presente en sesiones con alumnos tanto de trienio como de bienio, lo cual fue muy satisfactorio para mí ya que me ayudó bastante para comprender su sistema educativo, el tipo de formación más o menos continuada y el nivel que se impartía en las clases. En principio, lo que más me llamó la atención fue la similitud en cuanto a la ratio, ya que en las clases de composición y orquestación no superaba los 3 alumnos de media, lo que facilita la labor de corrección y una mayor atención por parte del profesor hacia los alumnos. Igualmente, fue muy grato comprobar que la música contemporánea estaba muy presente en todas las sesiones, y muchas de las indicaciones del profesor Vaglini iban encaminadas hacia una apertura de horizontes y una mayor comprensión del hecho creativo más cercano a nosotros; sin olvidar por ello el pasado, ya que continuamente se hacía referencia a la importancia de dominar aspectos como el contrapunto.

 

En todas las clases pude disfrutar de interesantes debates entre profesor y alumnos, en los cuales se me invitó a participar. Una vez superada la barrera del idioma, ya que prácticamente se hablaba en italiano e inglés, estos encuentros supusieron una experiencia muy gratificante para mí. Fue muy importante poder dirigirme a alumnos de tan diversa procedencia y formas de pensar, y poder compartir con ellos conocimiento y experiencias, siempre bajo la tutela del profesor Vaglini, el cual demostró tener gran talento docente y sabiduría. Otro aspecto que cabe destacar es el respeto en el aula por el ritmo individual de cada uno de los alumnos, algo que todos conocemos, pero que a veces es sólo teoría.

También es cierto que las aulas, las cuales en su mayoría son muy antiguas, no disponían de una buena infraestructura, y para poder visionar o escuchar música era una auténtica odisea, por lo que gran parte del material que se utilizaba en clase era en formato papel.

 

Cambiando de asunto, también llamó mi atención la ordenación de los estudios superiores y la distribución de horarios docentes: tal y como entendí, los profesores de conservatorios superiores en Italia hacen una media de 360 horas lectivas anuales frente a las 750 horas que impartimos aquí. En el caso de composición, esto les permite poder desarrollar su actividad como creadores, y potencia la versatilidad a la hora de establecer los horarios.

Los profesores crean su propio horario, el cuál no es estrictamente semanal, y son los alumnos los que firman en un libro que éstos llevan para confirmar su asistencia a clase. Los profesores de composición además tienen 30 días disponibles por curso para actividades de formación, conciertos o para dedicar exclusivamente a la composición, y si no hacen uso de ellos, cada 6 años pueden disfrutar de un curso completo para dedicarse por entero a la creación, bajo la premisa de entregar una obra de grandes dimensiones al finalizar el periodo. Según me explicó el profesor Vaglini, esto también permite que los alumnos cambien de profesor y conozcan otros perfiles. Realmente me pareció interesante este sistema por su similitud con la universidad, ya que actualmente en España los estudios superiores de música están, como todos sabemos, dentro del marco de secundaria.

 

En resumen, una agradable y magnífica experiencia, no sólo por el marco incomparable que ofrece Venecia, sino por el recibimiento y calidad humana con la que se nos trató en el conservatorio. El intercambio de conocimientos fue mutuo, y creo que todos aprendimos cosas nuevas en diversos aspectos, ya que ellos también tenían mucho interés por conocer nuestro sistema educativo, y por cómo se desarrollaban las clases, más en concretamente en el departamento de composición. Muchos aspectos en común, como el interés por la música contemporánea, y otros no tanto, como algunas asignaturas que aquí no se imparten pero, en definitiva, una experiencia que siempre vale la pena vivir. Nunca dejamos de aprender, y para ello compartir conocimientos es fundamental.

 

 

 

 

 

 

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