Por Neus Adrià
Elvira Asensi Silvestre (Llíria, 1981) es doctora en Historia Contemporánea y profesora del Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales de la Facultad de Magisterio de la Universidad de Valencia. Ha sido también profesora de los grados de Maestro/a en Educación Primaria, Infantil y Turismo en Florida Universitaria y profesora asociada del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia, donde antes fue becaria de Formación del Profesorado Universitario.
Su tesis doctoral, leída en 2010, versaba sobre los orígenes, desarrollo y proyección identitaria del fenómeno que constituían las bandas de música valencianas, estudiando su génesis en el siglo XIX e inicios del XX y dedicando especial atención al caso de Llíria.
Fruto de esta labor de investigación recibió el Premio de Investigación “Joan Coromines”, otorgado por la Sociedad Coral El Micalet en 2011, de donde han surgido dos libros: Música mestre! Les bandes valencianes en el tombant del segle XIX, y el que aquí nos ocupa: Bandes i Bàndols. Les arrels del fenomen musical llirià, además de diversas aportaciones realizadas en distintas revistas especializadas y congresos relacionados con la materia.
Desde 2006 forma parte del proyecto de investigación que, con financiación estatal, se dedica a estudiar la construcción identitaria de la región y la nación dirigido por el profesor Ismael Saz. En los últimos años se ha centrado además en la didáctica de las Ciencias Sociales, campo en el que ya cuenta con numerosos artículos publicados. Asímismo es miembro del grupo de investigación que estudia “El pes de la tradició com a explicació del fracàs escolar en Ciències Socials: rutines, pràctiques i representacions”, financiado por la Generalitat Valenciana y que dirige el profesor David Parra.
¿Por qué te interesó el campo de la Historia de la Música y en concreto del siglo XIX?
El siglo XIX, en lo que a historia de la música se refiere, es una época de profundas transformaciones derivadas de un contexto sociopolítico cambiante. Me interesaba analizar cómo las transformaciones sociales decimonónicas, como la democratización de la cultura, tenía su reflejo en el campo musical. Considero que es clave acercarse a la historia pasada desde una vertiente sociocultural y, el hecho de haber sido músico, hizo que me interesase por ver cómo este arte se había transformado en la época. Las bandas de música, a las que dedico mi investigación, fueron protagonistas en el siglo XIX de ese acercamiento al arte musical, antes restringido a unos pocos, a todo tipo de clases sociales.
¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?
Entiendo que toda investigación que no se difunde pierde en parte su sentido. Los historiadores debemos favorecer la divulgación del conocimiento al que hemos llegado después de un trabajo de búsqueda de fuentes y posterior análisis. En mi caso este libro proviene de una tesis doctoral en la que se profundizó en el origen de las bandas de música valencianas contextualizándolas social y políticamente en el siglo XIX del que hablábamos. Una de las partes de la tesis estaba dedicada al “peculiar” fenómeno bandístico de Llíria. Es por ello por lo que desde el Vicerrectorado de Participación y Proyección Territorial de la Universitat de València, así como desde el Ayuntamiento de Llíria entendieron la importancia de que esta investigación fuera visible para todas aquellas personas interesadas en la historia local, en un fenómeno tan cotidiano pero a la vez tan complejo que merece ser analizado desde una perspectiva científica.
¿Qué piensas que puede aportar tu libro a la historia? ¿Y a la música?
Pienso que Bandes i bàndols puede aportar una nueva mirada a la investigación histórica, en tanto en cuanto presenta una investigación interdisciplinar, en un entorno local pero sin olvidar el contexto más general en el que debe inscribirse cualquier aproximación histórica. Respecto a la música, pienso que puede valorizarla como factor de cambio sociocultural, y no solo como mero adorno del hecho histórico. La historia cultural, a veces olvidada en los estudios históricos, resulta clave para la comprensión de fenómenos complejos como en este caso el de las bandas en Llíria.
¿Cuánto tiempo te costó elaborarlo?
Teniendo en cuenta que parte de una investigación doctoral previa, habría que contar los años dedicados a la realización de la misma. En este sentido si hubiera que cifrarlo serían unos 4 años aproximadamente; pero como comento, el libro es parte de una investigación más extensa que posteriormente se ha tenido que modificar para hacerla atractiva al público lector. La parte más compleja de la investigación fue sin duda la búsqueda de fuentes para su realización, dada la dispersión de los archivos musicales, en muchos casos particulares, y la escasa digitalización de los mismos. Otra complejidad es de tipo personal, el hecho se ser de Llíria y escribir un libro sobre un fenómeno en el que difícilmente se está al margen, me ha llevado a hacer un ejercicio de abstracción y de ver el fenómeno desde otra óptica, hecho que valoro muy positivamente.
El libro se basa en el análisis de las bandas en el s. XIX, ¿fue difícil encontrar fuentes fiables en este campo?
La investigación histórica tiene su complejidad precisamente por el necesario uso de fuentes. No tenemos la fiabilidad asegurada, pero el trabajo de los historiadores consiste precisamente en interpretar esas fuentes, contextualizándolas y comparándolas con otras. Así es como construimos el conocimiento histórico que puede ser posteriormente revisado, ampliado o refutado incluso. En Bandes i bàndols hemos utilizado actas de las juntas directivas, prensa local y nacional, documentos notariales, fotografías, testimonios recogidos en libros de memoria… todo un conjunto de fuentes variadas que, interpretándolas con el rigor del método científico, nos aportan claridad para entender el fenómeno bandístico.
¿Qué piensas que hace diferente el caso de Liria?
Pienso que lo hace diferente su rivalidad, pero una rivalidad que no se sostiene únicamente en las bandas de música, como sucede en otras poblaciones con dos bandas, sino que ahonda sus raíces en la religiosidad popular. El hecho de que franciscanos y trinitarios se asentaran en el centro de la localidad en el siglo XVII, unos en la Part de Baix y otros en la Part de Dalt o Raval y se creasen alrededor cofradías marianas, hizo que Llíria se dividiera en dos mitades, religiosa y geográficamente hablando, a las que en el siglo XIX se le une las bandas de música. Es esta rivalidad triforme la que hace único el caso lliriano.
La rivalidad entre bandas sigue existiendo, ¿cómo crees que ha evolucionado en este tiempo?
Pienso que la rivalidad entre bandas, siempre que sea bien entendida, ha sido muy positiva y es la clave de la calidad musical de ambas agrupaciones. Ahora bien, la diversificación de los espacios culturales, de ocio o asociativos en Llíria, ha rebajado la intensidad de la rivalidad. Músicos de la Unión Musical como de la Primitiva tocan juntos en agrupaciones en el Conservatorio por ejemplo, hecho impensable en tiempos pasados. Cuando las bandas eran el único espacio de sociabilidad en Llíria, la identificación con ellas y la rivalidad alcanzaba su grado máximo. Ahora bien, la emulación, el ser mejor que, el pique musical… afortunadamente se mantiene y, en mi opinión, es uno de los motores de la mejora continua de las bandas llirianas.
¿Cuál es el papel del certamen de Valencia en el crecimiento de estas bandas?
El certamen tiene un papel clave en este crecimiento, dado que es uno de los concursos bandísticos de más renombre, participar en el Certamen y ganar es una de las máximas aspiraciones de las bandas. Desde su aparición en 1886 el Certamen se convirtió en un escaparate donde las bandas podían compararse unas con otras, y en una oportunidad para prestigiar a la localidad de origen. La preparación musical que comportaba el certamen sería otro de los motores artísticos de las bandas llirianas que además podían competir entre ellas en este escenario internacional. Ahora bien, como todo concurso, las acusaciones de fraude y compra de premios estuvieron presentes durante el siglo XIX, siendo este escenario un excelente campo de estudio para ver las relaciones entre la política y la música en el caciquismo de la época.
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