CONCIERTO DE VOLÍN Y PIANO: JACOBO CHRISTENSEN, violín y CARLOS APELLÁNIZ, piano.

SEMANA DE SANTA CECILIA

 

 Por: Noelia Bojó Molina

 

El pasado 21 de noviembre de 2018 a las 19:30 horas, asistimos al reencuentro del violinista valenciano Jacobo Christensen con el Conservatorio Superior de Música “Joaquín Rodrigo” de Valencia, del que fue alumno. Este virtuoso violinista y el pianista Carlos Apellániz ofrecieron un extraordinario concierto compuesto por dos sonatas para violín y piano, la primera de L. Van Beethoven y la segunda de César Franck, que dieron un toque romántico a las celebraciones y espectáculos que se realizaron en este conservatorio con motivo de la celebración del día de Santa Cecilia.

 

Según pudimos leer en el programa, los currículums de ambos intérpretes resultan muy interesantes. Jacobo Christensen, por un lado, debutó en 2013 con el Concierto para violín en re menor de Tartini dirigido por S. Sebastià, se formó con violinistas de la talla de C. Roig, V. Balaguer, M. Spivak, B. Belkkin, I. Gitlis, A. León Ara y V. Vassilev. Además cuenta con un amplio elenco de premios obtenidos tanto en España como en el extranjero. Ha ofrecido conciertos en diferentes ciudades españolas, así como en Italia, Dinamarca o Suiza. No solo eso, en 2015 realizó una gira de conciertos en California, bajo la dirección de I. Terrasi y en 2017 toca por primera vez en Pinggu (China). También efectuó en 2015 su primera grabación discográfica para GadGad Music. Sus últimas actuaciones han tenido lugar en Valencia donde tocó acompañado por la Orquesta de Valencia y donde fue protagonista de una exitosa gira con el Concierto para Violín de P. I. Tchaikovsky, bajo la dirección de Daniel Abad.

 

Por otro lado, el pianista de Irún Carlos Apellániz inició sus estudios en en L’École Nationale de Musique de Bayonne-Côte Basque con F. Doué, donde fue galardonado con la Medalla de Oro. También estudió en el Conservatorio Nacional Superior de París con J. Rouvier y P. Devoyon, donde obtuvo el Primer Premio de Piano y de Música de Cámara. Continuó su formación en la E. Superior Reina Sofía con D. Bashkirov y G. Eguizarova. Además ha recibido clases de A. de Larrocha y L. Fleixher entre otros grandes pianistas. Ha sido laureado tanto en concursos nacionales como internacionales y ha actuado como solista acompañado de orquestas de la talla de la Orquesta Nacional de Bayonne, la Orquesta de Cámara Andrés Segovia, la Orquesta Pablo Sarasate de Pamplona, entre muchas otras; también en salas tan importantes como el Palau de la Música de Valencia, la Sala Gaveau de París, el Auditorio Nacional de Madrid, el Palacio Festivales de Santander y el Auditori de Barcelona. Además ha participado en grabaciones para Radio France, Radio Nacional de España y Euskal Irratia. Actualmente compagina su labor pedagógica en el Conservatorio Profesional de Valencia con sus actuaciones.

Centrando la atención en el concierto, hay que dedicar especial atención a su inicio, ya que el joven violinista dedicó unas palabras de agradecimiento y cariño a sus antiguos compañeros, los cuales asistieron entusiasmados al evento. Una vez expresados estos sentimientos pianista y violinista cruzaron sus miradas e iniciaron la primera de las obras, la Sonata nº7 en Do menor Op. 30 de L. Van Beethoven. Ambos demostraron una gran complicidad y unión en el escenario, la cual se tradujo en entradas perfectas y matices tan acertados que la audiencia respondió con un caluroso aplauso al finalizar la pieza. Después de una breve pausa ambos instrumentistas volvieron al escenario para deleitarnos con la Sonata en La mayor FWV. 8 de César Franck, cuyo cuarto movimiento Allegretto hipnotizó a los espectadores desde la entrada canónica del violín y el piano hasta su conclusión final.

El conjunto del concierto fue excepcional pero no terminó aquí, pues tantos fueron los aplausos que los intérpretes llegaron a regalar hasta tres piezas cortas. Primero, interpretaron Salut d’amour Op. 12 de E. Elgar, más tarde, y a petición del público, tocaron Czardas de Vittorio Monti y por último, y como colofón a la velada llevaron a cabo el tango Por una Cabeza de Carlos Gardel. Los dos músicos terminaron con un abrazo cada una de las obras, transmitiendo confianza y complicidad entre ellos, lo cual se podía notar en su música.

Estas piezas a modo de bis, ejecutadas como remate final del concierto, hicieron que la cita adquiriera un cariz aún más íntimo, esto y la presencia de gente tan cercana a los músicos entre el público contribuyó a generar una atmósfera ideal para un concierto destinado al reencuentro.

 

 

 

 

 

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