Por Cinthia Verdú y Mateo Chover
Los pasados lunes 26 y miércoles 29 de abril, el Conservatorio Superior de Música de Valencia presentó la ópera Los Cuentos de Hoffman, de Offenbach. Esta representación fue posible gracias a la coordinación e implicación de muchos alumnos y profesores del conservatorio, así como de la participación de múltiples colaboradores y, cómo no, de un estupendo público.
Si no pudisteis asistir, a continuación os hacemos un pequeño resumen del compositor, el argumento de la ópera y de cómo se desarrollaron las funciones.
En cuanto a su compositor, Offenbach, nació el 21 de junio de 1819 en Colonia y falleció el 4 de octubre de 1880 en París, siendo considerado como el compositor modelo de la opereta. Respecto a su nombre de pila existen diferentes teorías, algunos apuntan que se escogió el nombre de Jacques Offenbach, por ser el nombre del pueblo en el que nació.
Offenbach era de origen alemán pero muy pronto se nacionalizará como francés, renunciando a todo lo alemán. En sus composiciones se observa la historia de la opereta francesa, un ejemplo es la Bella Helena (1864). Dentro de su amplio catálogo, Los cuentos de Hoffmann , una ópera semiseria, fue su último trabajo. Dicha ópera está basada en la obra de Barbier y Michel Carré sobre cuentos de E.T.A. Hoffmann. Finalmente, esta ópera se estrenó en la Opéra Comique, teatro parisino, y el éxito obtenido no modificó la fama que ya poseía con anterioridad dicho compositor.
Para que os situéis un poco mejor sobre de qué trata Los Cuentos de Hoffman, aquí va una pequeña sinopsis. En el prólogo y primer acto, el poeta Hoffmann y su Musa, disfrazada como su amigo Nicklausse, esperan en una taberna la llegada de su amor: la cantante Stella, pretendida también por el malvado Lindorff, quien pretende engañarle. Sus amigos le animan a que les cuente precedentes peripecias amorosas que se inician en el segundo acto con la de Olympia, muñeca creada por Spalanzani y Coppelius, de quien se enamoró creyéndola humana, aunque su actitud parece mecánica; la llegada de un estafado Coppelius acaba suponiendo la destrucción de la muñeca ante el estupor de Hoffmann.
Seguidamente se inicia el tercer acto con la historia de Antonia, joven cantante presa de una extraña enfermedad por la que el canto podría hacer acabar con su vida, su padre Crespel intenta persuadirla de que no cante temiendo que corra la misma suerte que su madre, quien sufrió y murió por la misma enfermedad. El padre intenta protegerla impidiendo el acceso del enamorado Hoffmann, pero el maléfico Doctor Miracle se ofrece a curarla invocando el fantasma de su difunta madre, provocando la definitiva muerte de Antonia ante la desolación de Crespel y Hoffmann.
A continuación, con el cuarto acto la historia se traslada a Venecia, donde Hoffmann se enamora de la cortesana Giulietta, quien en realidad está al servicio del mago Dapertutto que pretende robar el alma de sus presas. A las órdenes del siniestro mago, Giulietta seduce a Hoffmann y consigue robarle su reflejo en los espejos, símil de su alma, y le hace enfrentarse a su otro pretendiente Schlemil, a quien mata para poder obtener la llave de su habitación. Sin embargo, al abrir la puerta se la encuentra abrazada a su esbirro Pitichinaccio por lo que, desengañado, abandona el lugar. Con estas tres historias, se observa que Olympia, Antonia y Giulietta no son más que el símbolo de diferentes aspectos de su actual amor Stella, mientras que Lindorff ocupa idéntica función en Coppelius, Miracle y Dapertutto.
En el quinto acto, que cumple la función de epílogo de la obra, Stella llega a la taberna donde Hoffmann se encuentra totalmente ebrio, por lo que decide abandonarlo marchando con Lindorff. Su fiel amigo Nicklausse se revela como su Musa y le consuela aconsejándole que abandone sus sueños de amor, revelándose como su único amigo y pidiéndole que dedique todo su ser a la creación artística, terminando así el relato.
Cabe destacar que, en ambas funciones, el auditorio del CSMV registró prácticamente un pleno en cuanto a su aforo permitido por las normativas de seguridad a causa del COVID-19. Es importante resaltar este aspecto en particular, la enorme dificultad de coordinar y organizar una representación de tal magnitud; vestuario, cantantes, escenografía, músicos, luces, sonido, regidores, etc. en un contexto tan complejo como el que vivimos hoy día. Sin embargo, gracias al duro trabajo y el esfuerzo realizado por todos los integrantes del proyecto, ambas funciones pudieron ser realizadas exitosamente.
El público se registraba con nombre, DNI y teléfono de contacto nada más entrar al Auditorio, para así tener todos los datos de contacto ante un posible contagio. A continuación, los regidores de sala indicaban a los espectadores sus asientos, los cuales estaban situados alternos, dejando así siempre una butaca vacía entre cada asistente de público. Músicos y cantantes (en la medida de lo posible) debían llevar mascarilla bien ajustada.
Para solucionar el problema existente con aquellos músicos de viento, a los cuales su práctica musical les hace imposible llevar la mascarilla a la hora de interpretar, se recurrió a grandes pantallas para detener las emisiones y a la, ya querida, distancia de seguridad. De distancias de seguridad iba también el tema con los cantantes, quienes adaptaron su interpretación escénica para reducir prácticamente al completo el contacto con los otros personajes de la ópera. En añadido, con el objetivo de reducir el nombre de músicos en la orquesta y el de participar el mayor número de alumnos posibles, se realizaron dos repartos de la obra.
En primer lugar, la dirección musical ha sido llevada a cabo por el profesor Francesc Gamón, la dirección escénica por Jaume Martorell y la escenografía por Carlos Montesinos. Además, la Orquesta del Conservatorio ha actuado con plantilla reducida, elaborada por el alumnado de instrumentación y orquestación del CSMV dirigida también por Franscesc Gamón y con la presencia de un asistente de dirección, Edgar López.
No menos destacable ha sido la participación del coro del Taller de Ópera dirigido por el catedrático Jesús Cantos. Por otro lado, el montaje de sonido y el streaming han corrido a cargo de los alumnos de Sonología del Conservatorio Superior de Música de Valencia. También se han realizado numerosas colaboraciones con el resto de profesorado, la grabación en vídeo y la presencia de un fotógrafo.
En cuanto a la representación escenográfica, fue muy llamativa. Así, por ejemplo, la taberna estuvo representada con bancos de madera y cortinas largas que nos situaban en la época; ya que, debido a la época que vivimos es un poco complicada la actuación, pues los cantantes tenían que mantener la distancia de seguridad. El coro, estaba situado al final del escenario, encima de una tarima pero de una manera muy peculiar; cada integrante lleva una peluca de un color, que buscaba llamar la atención del público.
Por otro lado, otra escena fue una habitación con el piano recreando los espacios de la época de la manera más fiel posible, jugando así con el color de las luces, en fondos azules.
Y hablando de azul, no nos podemos olvidar de la escena de la Barcarola en el tercer acto. A destacar las olas del mar creadas con una tela azul que se deslizaba, y eran los propios intérpretes quienes movían el barco a lo largo del escenario. En cuanto a la vestimenta; era la adecuada de la época. Vestidos largos y de colores blancos, ocres o amarillos, y los hombres; trajes y sombrero.
Finalmente, el trabajo de los subtítulos proporcionados arriba del escenario servía de gran ayuda con el fin de no perderse en la historia, y también, para proporcionar una mayor comprensión. Además, el juego de luces dio un ambiente más cálido y atractivo a la representación.
Quizás a más de uno, toda esta serie de adaptaciones y soluciones le parezcan parches en un barco que se hunde, pero desde aquí estamos convencidos de que lo importante es poner todos los remedios necesarios para garantizar que la cultura es segura y así poder seguir ofreciendo ese disfrute artístico que tanto nos alegra y nos une, especialmente en situaciones como esta.
Y además, si preguntáramos al público, estamos seguros que ellos repetirían, ¿y tú, te lo vas a perder?
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