Por Ana Martínez Deltoro
El pasado 28 de Noviembre se cumplieron 125 años del nacimiento de una reconocida figura musical valenciana de exitosa e internacional trayectoria. Esta personalidad da nombre, no sólo a numerosas calles en diferentes partes del territorio valenciano, sino también a representativos espacios valencianos en los que la música adquiere un papel protagonista como son el Conservatorio Municipal y la Sala Principal del Palau de la Música. Se trata, evidentemente, del maestro José Iturbi.
Aunque de forma generalizada es conocido por su faceta de pianista-concertista y, en menor medida, de director de orquesta, lo cierto es que Iturbi fue una persona muy polifacética que desarrolló una intensa vida en la que la música siempre estuvo presente como elemento vertebrador.
Su acercamiento al piano se produjo a edades muy tempranas, algo quizás relacionado con una de las profesiones de su padre, afinador de pianos a domicilio. Así, a la edad de 5 años comenzaría a recibir lecciones de piano dando muestras precoces de sus extraordinarias aptitudes musicales.
Finalizó su formación en el Conservatorio de Valencia a la jovencísima edad de 14 años, y dos años más tarde, se le otorgó una beca de la Diputación Provincial de Valencia que le permitió seguir formándose en el Conservatorio de París, un importante logro teniendo en cuenta que este Conservatorios solo aceptaba a 2 estudiantes extranjeros cada año. Allí, gracias a la pianista y clavecinista Wanda Landowska, adquirió una particular técnica que se convertiría en uno de sus rasgos distintivos como pianista consistente en utilizar la falange de cada dedo de manera independiente para obtener diferentes matices de sonido.
El Iturbi pianista
Con tan solo 8 años, Iturbi ya se introdujo en el mundo laboral como pianista poniendo música a las películas de cine mudo que se proyectaban en el Cinema Turia de Valencia. Curiosamente, este supuso el primer acercamiento a un mundo que décadas más tarde estaría muy presente en su vida y le reportaría grandes éxitos profesionales. Durante su estancia en París, trabajó también como pianista en un café, empleo que le permitió hacer frente a los gastos derivados de su vida en la capital francesa.
Pero, sin embargo, su debut oficial como pianista se produjo en el año 1912 en Bilbao, donde actuó junto al violinista Manuel Quiroga. Ambos se conocieron en el Conservatorio de París y su actuación en Bilbao se convirtió en el primero de los muchos conciertos que ofrecerían juntos, no solo a lo largo del territorio español sino también por Norteamérica.
Su cada vez más activa vida concertística le llevó a tomar la decisión de abandonar la cátedra que le habían otorgado en el Conservatorio de Ginebra, ocupada años atrás por Franz Liszt, para así poder centrarse en sus compromisos como pianista. Su debut en Estados Unidos en 1928 resultó ser un rotundo éxito y su reputación como pianista se vio consolidada. Era un artista muy carismático y eso llegaba también al público.
No hay que olvidar que en la vida artística de Iturbi estuvo siempre muy presente su hermana Amparo. Ella siempre le vio como un referente en su propio desarrollo pianístico: lo observaba y repetía todo lo que él hacía. Así, la interpretación de música para piano a cuatro manos se convirtió en una actividad habitual compartida entre los dos hermano tanto a nivel privado como público que llevaría a Iturbi incluso a hacer arreglos para dos pianos de algunas composiciones como la Rapsody in Blue de Gershwin.
El Iturbi director
Iturbi, que hasta ese momento no había expandido su rol como músico más allá de las fronteras del piano, vio en una estancia en México durante una serie de conciertos la ocasión idónea para dar el salto a la dirección. Así, en 1933, tras llevar a cabo un proceso de selección de músicos, formó su propia orquesta. Los conciertos ofrecidos tuvieron un gran éxito y el público mejicano cayó rendido a sus pies, especialmente durante el último concierto en el cual se interpretó por primera vez en el país la 9ª Sinfonía de Beethoven.
Su paso al mundo de la dirección causó algunas dudas entre el público americano y, especialmente entre los críticos y compañeros de profesión. Sin embargo, al verle dirigir la orquesta de Nueva York, todas éstas quedaron disipadas. De este modo, continuó compaginando sus apariciones como pianista con las de director, adquiriendo en muchos de sus conciertos los dos roles al mismo tiempo. Estuvo al frente de la Orquesta de Filadelfia, la Orquesta Sinfónica de Chicago y la Orquesta Filarmónica de Rochester, sin olvidar, por supuesto, su papel al frente de la Orquesta de Valencia durante su gira internacional en el año 1950.
El Iturbi polémico
Su gran éxito no impidió que en algunas ocasiones protagonizara incidentes que le situaron en el foco de la polémica, a los cuales él mismo tildaría de malentendidos en muchas ocasiones.
Interrumpir su interpretación a causa de la tos de un espectador, o incluso abandonar el escenario como director a consecuencia del revuelo escuchado en el público ante la aparición de una personalidad política, son algunos ejemplos de un temperamento que en ocasiones le llevó a recibir los abucheos del público.
Algunas de sus declaraciones también fueron causa de polémica. Una de ellas sobre la Guerra Civil española en la que José Iturbi parecía alabar la figura de Franco motivó que asociaciones antifascistas boicotearan algunos de sus conciertos. En otra ocasión, durante un debate acerca del papel de la mujer en la música y el deporte, Iturbi manifestó que las mujeres tenían limitaciones físicas y temperamentales y que nunca podrían alcanzar notoriedad. A consecuencia, algunos sectores de la opinión pública le tildarían de misógino aunque él siempre insistió en que todo fue producto de un malentendido.
Sus diferencias en relación al repertorio a interpretar también le causaron algunos desencuentros. En una ocasión debía dirigir un concierto para una emisora de radio y su negativa al no tratarse del programa acordado le llevó a protagonizar una discusión por la cual se tuvo que cortar la emisión. Iturbi no aceptó que cambiaran su propuesta por música americana y esto llevó a la opinión pública a determinar que éste detestaba la música americana.
El Iturbi implicado
Iturbi quiso aprovechar su posición como personaje público e influyente para contribuir y dar su apoyo a determinadas causas.
Una de estas causas fue la inundación que asoló Valencia en el año 1957. El músico valenciano no dudó en dejar todos sus compromisos a un lado para ponerse al frente de la Orquesta de Valencia en una gira que tuvo por objetivo recaudar fondos para los damnificados. Se encargó de convencer a otros artistas valencianos para que se uniesen a él.
También mostró su interés en colaborar con EE.UU durante la segunda guerra mundial. Ofreció desde actuaciones para las tropas estadounidenses en sus propias bases hasta colaboración en una gira para potenciar la compra de bonos de guerra que ayudaran a costear los gastos derivados de la misma.
El Iturbi de Hollywood
Precisamente esta motivación es la que llevó a Iturbi a dar el paso a la gran pantalla. Hollywood había estado tras él anteriormente, pero él siempre se había mostrado esquivo. Sin embargo, cuando el productor Joe Pastenak se cruzó en su camino, vio la ocasión indicada para dar el paso, pues creía que esto ayudaría aumentar la moral de los soldados americanos.
Así comenzó una andadura en Hollywood que le reportaría grandes éxitos y un gran reconocimiento social que se extendería a lo largo de la década de los 40. Intervino en siete películas, siempre con la condición de interpretar papeles de sí mismo, y, por ese motivo, el piano, la orquesta y la música en general son elementos presentes en todas ellas. Aunque en estas películas buena parte de la música era clásica, siempre había un hueco para alguna pieza moderna, lo que mostraba la gran versatilidad de Iturbi como pianista. Un ejemplo representativo de ello es el Boogie-woogie que interpretó en la película “Holiday in México” de 1946.
Sus triunfos en el mundo del cine hicieron que comenzase a ser cuestionado como músico, pero, sin embargo, continuó cosechando reconocimientos musicales. Tanto es así que el éxito de la banda sonora de la película “A song to remember” a la que Iturbi puso la música, convirtió su interpretación de la Polonesa en La bemol Mayor de Chopin en un auténtico éxito de ventas.
Iturbi se mantuvo intensamente activo en el panorama musical hasta prácticamente su muerte, en el año 1980. Falleció en la que fue su ciudad durante gran parte de su vida, Los Ángeles, aunque siempre manifestó sentirse muy unido a su tierra natal. Entre sus deseos expresó el de ser enterrado con un puñado de chufas en la mano y rodeado por la señera. Además, su gran contribución con la difusión de la música clásica otorgó una gran visibilidad internacional a la música española.
A día de hoy, Iturbi sigue siendo uno de los grandes emblemas musicales de Valencia. Aunque muchas de sus aportaciones se han perdido en la memoria histórica con el paso de los años, su grandeza como artista no perece. Su memoria y legado se han visto perpetuados con la creación en Valencia del Concurso Internacional de Piano “Iturbi”, a través del cual rendir reconocimiento al valenciano que conquistó Hollywood.
Dejar una contestacion