Irene Alvez: “El tango es una danza triste que se baila, una meditación en movimiento”

Por Marc Cornadó Camí

 

Irene Alvez es docente de Lengua y Literatura, de Comunicación en una escuela de secundaria y docente de un taller de danzaterapia con pacientes psiquiátricos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Asimismo, da clases de tango para adultos mayores, de tercera edad, en PAMI, tal y como se llama en la capital porteña. Asimismo, baila tango en dos ballets distintos: uno de tango entre mujeres y, el otro, de folklore y tango.

Durante la estadía en la conocida como la París de Suramérica, no puede faltar una aproximación a este género musical y danza, que es uno de los emblemas de dos de las principales ciudades del área del Río de la Plata: Buenos Aires y Montevideo.

 

¿Cómo te iniciaste en el campo del tango?

Yo empecé a bailar danzas clásicas a los ocho años, y cuando vi que no me podía dedicar a esto, empecé a estudiar tango a los 18 años, y ahora tengo 35. Por lo tanto, fue un poco por eso, cuando me di cuenta que en la danza clásica la dedicación era muy disciplinada y exigente, y no me decidí a hacerlo, ahí es cuando me incliné por el tango.

 

¿Fue una decisión personal o alguien te influyó?

No, fue una decisión totalmente personal. Vi a Julio Bocca bailando tango y bueno, a partir de ahí, me interesé por esta danza. Pero después me fui, no por el tango-escenario, sino por el tango-salón en Bahía Blanca.

¿Has tenido experiencias como bailarina de tango sólo en Argentina o en otros países?

En Argentina y después me surgió la posibilidad de ir a Sri Lanka, que es un país abajo de la India. Fui a dar un taller con mi compañero de tango, durante diez días, a 22 mujeres chinas, que iban a hacer un coaching ontológico, y me contrataron para hacer ese taller.

 

 

¿La relación que tenían estas mujeres de China con el tango era la misma que tienen los argentinos?

En realidad, ellas no bailaban nada de tango. Así, la primera aproximación que tuvieron fue esos días. Yo ahí más que nada hice un taller de danzaterapia, es decir, trabajamos un poco mezclando el coaching ontológico y el tango, que era la técnica, pero desde un punto de vista terapéutico. Entonces, lo más impactante para mí es que ellas eran mujeres chinas que no tienen contacto físico. Para ellas, la sensualidad y el contacto físico están casi subliminados. Entonces, eso les despertó un montón de cosas, en el baile de la personalidad, porque como uno baila es un poco como es. Por lo tanto, el acercamiento y el contacto con el otro fue lo más impactante para ellas.

 

Hoy en día el tango es uno de los emblemas de la Argentina. Pero, ¿cuál es su origen?

A grandes rasgos, en los inicios el tango se bailaba entre hombres y después se empezó a bailar hombres con mujeres. Tiene mucho de la cultura negra, de los inmigrantes. En sus orígenes tiene mucha relación con los burdeles, los conventillos, porque es ahí donde se bailaba, como por ejemplo en el barrio de la Boca. Ahora, en la actualidad, se baila en todo el mundo: lo bailan los jóvenes, entre las mujeres, entre hombres. Ha llegado a expandirse casi fenomenológicamente. Debe ser por el contacto o por eso que transmite, o esa cosa melancólica que se puede explotar por ahí, una tristeza, una nostalgia, pero que no es triste, sino que se puede explotar en la danza.

 

Has dicho antes que bailabas tango con mujeres. ¿Ese es el baile tradicional? ¿Qué roles asumen los dos bailarines de tango?

No, no es el tradicional. En el tango tradicional está el hombre, que es el que invita a la mujer. Hay todos unos códigos en la milonga donde se va a bailar tango-salón. Luego está el tango-escenario, que es el que hacen tipo show, que es lo que más vende en el exterior, como por ejemplo las patadas, los saltos. Pero la base es el tango-salón, que es el que se baila en pista, en las milongas. Este tipo de tango tiene unos códigos que deben respetarse. Entonces, en este caso, en la milonga tradicional el hombre invita a la mujer a bailar con el cabeceo, que es antiquísimo pero se sigue usando, o bien se acerca a la mesa y pregunta a la mujer si quiere bailar o no. La manera de responder es decir que sí o, en caso contrario, hacer como si no hubieras visto la propuesta del hombre, lo cual se interpreta como un rechazo. Entonces, está el que guía, que es el rol tradicional del hombre, y la mujer que es la guiada (eso no significa que tenga un rol pasivo), que propone desde la musicalidad. En este sentido, claramente es el hombre el que indica los movimientos.

 

¿Qué importancia tiene la música, las orquestas, los cantantes, en el desarrollo del baile?

La música da en cuanto al baile una forma distinta al moverse. Hay mujeres que bailan el piano, hay otras que bailan los adornos de los violines. Cada parte de la música puede bailarse de forma diferente, sobre todo si conoce la música. A medida que la va conociendo, va pudiendo armar ella misma y proponer determinadas pausas que el hombre tiene que respetar. En ese momento, ella hace un adorno. Es su momento de proponer algo, con las piernas, con los pies, y el hombre capta eso y se espera, para luego seguir proponiendo él nuevos movimientos.

 

Paseando por Buenos Aires, se pueden observar muchos bailarines en las calles que dan una atmosfera singular a la ciudad. ¿Cuál dirías que es la relación entre el tango y Buenos Aires?

Están muy relacionados. Hay muchas canciones que hablan sobre la ciudad, de lugares emblemáticos, como por ejemplo Corrientes. Hay que puntualizar que hay una relación muy directa entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, no Argentina en su conjunto, y el tango, como de esa cosa bohemia que tiene, los barcitos, el Obelisco…

 

¿Qué lugares crees que un turista no se puede perder para ver bailar tango?

Está bueno ir a algunas milongas tradicionales como Canning, que queda en Scalabrini Ortiz al 1300 y es una milonga a la que van muchos turistas, de los cuales hay bastantes que van específicamente a bailar tango ahí. Después están las casas de tango como Esquina Carlos Gardel, que queda en el Abasto y es muy reconocida, y la Comparsita, que es otro lugar que queda en San Telmo; estos son como lugares que hay show. Hay un montón, en realidad, y hay muchas cosas que también uno se puede encontrar caminando, como en la calle Florida, que también aparecen shows de tango en la calle, que eso es bien para el turista, pero igual no dejan de ser algunos de calidad, me parece. Por último, no se puede olvidar Caminito, donde hay un montón de casitas que tienen shows mientras la gente come. Es un lugar que está bueno para el turista.

Yo he bailado pero en Puerto Madero. Bailaba en la calle con un compañero entre bar y bar en verano y estuvo muy buena la experiencia con los turistas.

 

Para finalizar, te pediría que completes la frase siguiente. “Para mí el tango es…”.

…una danza triste que se baila, una meditación en movimiento.

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