Por María Prats Escriche
El pasado mes de abril vivimos uno de los eventos más destacados del curso académico en el Conservatorio Superior de Música Joaquín Rodrigo, la representación de la archiconocida ópera Carmen, de Bizet. Tuve el placer de asistir al estreno que tuvo lugar el día 12, pero también se representó los días 15 y 16, contando en todos los casos con un gran equipo humano y técnico.
En Carmen no faltó detalle. Al entrar al familiar auditorio se podía observar un par de muñecas Nancy vestidas con bata de cola jalonando el escenario. Las pequeñas gitanas le daban un punto kitsch a la escena y, por lo que pude comprobar entre los asistentes que me rodeaban, lograron captar la atención del público incluso antes de que comenzara la obertura. La escenografía fija, sencilla pero muy efectiva, no cambió en ningún momento, pero sí fueron añadiéndose elementos de atrezo durante los distintos actos. Tres grandes paneles de tela integraban todo el paisaje necesario para el desarrollo de la trama: establecían los límites de la plaza junto a la cigarrera, las montañas al fondo, por cuyos bosques habrían de acampar los contrabandistas, la posada, el puesto del regimiento, etc. Y todo ello debemos agradecerlo a Carlos Montesinos, Juan del Busto y Laureano Núñez, que se encargaron de la escenografía y también a la labor de Víctor Antón, responsable de la iluminación, aspecto muy importante para la efectividad y el desarrollo de los hechos a lo largo de la obra.
Las vestimentas y caracterización de los personajes también llamaron la atención de los asistentes. Desde los uniformes de los integrantes del Regimiento de Dragones hasta los vestidos de las cigarreras, pasando por los atuendos de los contrabandistas o los llamativos trajes de torero. Los ropajes y complementos utilizados lograban reflejar la estética de la época y el contexto de la ópera. Todo ello gracias a la labor realizada por el figurinista Miguel Ángel Jiménez, la ayudante de vestuario Sonia Francés y el vestuario cedido por Mari Reme Pérez. También la caracterización de los personajes, tanto en lo relativo al maquillaje como a la peluquería, obtuvo un resultado muy profesional gracias al desempeño del profesorado y alumnado de estilismo, peluquería y asesoría de imagen personal y corporativa del IES El Cabanyal.
La dirección escénica la llevó a cabo el experimentado director de escena y profesor de escena lírica del CSMV, Jaume Martorell, quien logró llevar a cabo, con el mejor y más profesional de los resultados, una gran producción interdisciplinar en la que se debía dirigir y coordinar a alrededor de setenta personas, para lo que contó con una inestimable regiduría desempeñada por Olga Utiel.
Centrándonos en lo musical debemos destacar, por una parte, a los músicos que ocuparon el foso y, por otra, a los que ocuparon el escenario. En el primer caso, la orquesta, dirigida el día 12 de abril por el Catedrático Ramón Ramírez, sonó musicalmente compacta pero llena de matices mientras interpretaba las melodías, por todos conocidas, que componen los cuatro actos de Carmen; tomando protagonismo en ocasiones y papel de acompañamiento en otras, como en el caso de la famosa habanera de la cigarrera Carmen.
En cuanto a aquellos a quienes, además de escuchar, pudimos ver ocupando el escenario, llama la atención la gran cantidad de personas que intervinieron a lo largo de la ópera. Más allá del numeroso equipo que hay detrás de todas las producciones, aspecto que ya se ha abordado, hubo actos en los que el escenario acogió a alrededor de cincuenta personas simultáneamente.
La escena la abrió el coro, elemento muy importante y presente a lo largo del transcurso de toda la ópera. Carmen contó con dos coros; el coro de enseñanzas elementales del conservatorio profesional de música de Valencia, dirigido por Cèlia Máñez e integrado por veinticuatro jóvenes estudiantes y el coro del taller de ópera, dirigido por Nadia Stoyanova y formado por veintiún estudiantes de diferentes especialidades del CSMVJRV. Los coros sonaron siempre musicalmente sólidos y a nivel escénico, además de reforzar el contexto y facilitar las transiciones entre escenas, aportaron gran diversidad y movimiento.
Los solistas que encarnaron a los protagonistas de Carmen el día 12 de abril fueron:
Glenda Fernández-Vega en el papel principal, dando vida a una Carmen sensual, inteligente y manipuladora que encandilaba a todos cuantos la rodeaban. Glenda defendió con maestría el rol de Carmen, mostrándose siempre segura y dominando la vocalidad que el papel requería. A nivel escénico dominaba la acción y atraía la mirada de todos los asistentes, evidenciando que se había adueñado con destreza de un personaje tan complejo y conocido como es la Carmen de Bizet.
Cristina Laia Vallés, nos ofreció, con el aria de Micaëla, una de esas escenas solistas que, por sus magníficas interpretaciones, logran llenar el gran escenario y cautivar, hasta sobrecoger, a todos los allí presentes. Durante todas sus intervenciones Laia supo transmitir la dulzura de su personaje y con su magnífica voz y gran talento escénico dio vida a una Micaela que no olvidaremos fácilmente.
El dúo formado por Miriam Silva, quien interpretó a Mercédès, y Sara Peinado, quien interpretó a Frasquita, encandiló a todos los asistentes. Juntas personificaron a la pareja de cigarreras descaradas, exuberantes, sensuales, manipuladoras y divertidas que lograron robar la atención del público y se unieron para formar un magnífico equipo a nivel escénico y vocal. Cabe destacar, además de su juego teatral, su seguridad musical y gran proyección vocal sobre todo en los números conjuntos, en los que era fácilmente identificable la línea musical que defendía cada una.
Néster Martorell en el papel de Don José se mostró seguro en todo momento, defendiendo un papel largo y extenuante vocalmente con el que encarnó al tribulado personaje que se debate entre la pasión y el deber, la lealtad y los placeres carnales y que ve su vida tambalearse por el huracán que provoca la gitana Carmen.
José Julio González ocupó el papel del torero Escamillo. Cabe destacar la interpretación que hizo de este conocido personaje a nivel escénico; los ademanes típicos del torero, su flirteo con las mujeres y su relación con la cigarrera Carmen.
El dúo de contrabandistas que formaron Amadeo Lloris, interpretando a Le Dancaïre y José Javier Sáez, interpretando a Le Remendado, también llamó la atención del público, especialmente por las escenas cómicas que defendieron con soltura y simpatía. Ya que como se comentaba anteriormente, en Carmen no faltó de nada y José Javier y Amadeo aportaron el punto de humor a la obra.
Pablo Ortiz encarnó de modo muy convincente a Zúñiga, un teniente del regimiento que también se ve obnubilado por los encantos femeninos, pero sin perder el porte propio de su cargo. Ortiz contó desde el comienzo con la simpatía del público.
Y por último y no por ello menos importante, el primer solista en escena, Pedro Garcinuño, que interpretó al cabo del regimiento Morales, mostrando a un hombre autoritario y con gran responsabilidad, pero al tiempo cercano. Garcinuño defendió el rol con gran elegancia y soltura, resultando destacable la proyección de su voz.
También participaron con los personajes hablados de Lillas Pastia y del Guía, Ilion Trebicka y Felip Cremades respectivamente.
Se contó además con las intervenciones de cuatro bailarinas que, bajo la tutela de Paco Salmerón, llenaron de elegancia las improvisadas calles y plazas de Sevilla.
Entre los cantantes solistas, las cuatro bailarinas y los coros se lograron escenas que destacaron por su intensidad y dinamismo. En ocasiones era complejo saber a dónde dirigir la mirada ya que la acción transcurría a lo largo del escenario y decenas de voces cantaban a la vez.
Como mencionaba anteriormente, Carmen contaba con todos los ingredientes necesarios para obtener una producción de gran calidad y resultó todo un éxito.
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