JUAN DE LA RUBIA: “La música sirve para expresar la belleza”

Por Carmen Mayo

 

Natural de la Vall d’Uixó (Castellón), el organista Juan de la Rubia ha actuado en los principales escenarios de Europa, así como en América latina y Asia, con una acogida excelente del público y la crítica. En los últimos años, su actividad concertística ha sido incesante, actuando en más de veinte países y en escenarios como el Auditorio Nacional de Música de Madrid, el Palau de la Música Catalana, la Konzerthaus de Berlín, la Gewandhaus de Leipzig, la catedral de Colonia, y el teatro Mariinsky y la Philharmonia de San Petersburgo. En 2016 ha publicado su octavo CD, titulado: Bach que ha obtenido la distinción de “Melómano de Oro”.

Desde su primera grabación discográfica en 2003, ha publicado siete discos como solista y, en apenas dos meses, presentará en el L’Auditori de Barcelona, su último CD dedicado a Antonio de Cabezón.

Abierto a otras disciplinas artísticas, De la Rubia ha colaborado con personalidades de las artes escénicas como Lluís Pasqual y Nacho Duato.

Actualmente es profesor en la ESMUC (Escuela Superior de Música de Cataluña) y organista titular de la Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona.

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– Juan, la primera pregunta es inevitable, siendo un brillante pianista, ¿en qué momento el órgano te fascinó tanto como para tomar la decisión de dedicarte plenamente a él?

Siempre me fascinaron los dos instrumentos por igual, aunque reconozco que cuando me inscribí de niño en el Conservatorio de la Vall d’Uixó, pedí matricularme en órgano, asignatura que allí no existía. Empecé primero con el piano, y el órgano tuvo que esperar hasta que me trasladé a Valencia, donde cursé los dos estudios de manera simultánea. Creo que decidirse por uno de ellos es muy difícil, es como decidir a cuál de tus padres quieres más. La preparación del concurso de Juventudes Musicales de España y el posterior premio que incluía una serie de conciertos, hizo que tuviera que pasar mucho tiempo al órgano, y a partir de ahí todo se decantó.

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–  ¿Durante cuánto tiempo estudiaste en el Conservatorio Superior de Música de Valencia y cómo recuerdas tus años de estudiante en aquella época?   

Fueron ocho años en el CSMV donde viví mi adolescencia, y recuerdo esa época como un tiempo de crecimiento, de estudio personal duro y solitario, pero a la vez un tiempo para descubrir y compartir la música con compañeros y amigos con los que aprendí mucho. Recuerdo especialmente las clases de armonía y de música de cámara. La primera me sirvió para conseguir una base sólida sobre la que se asientan los principios de la improvisación, que enseño ahora en la ESMUC. En la segunda aprendí a escuchar, compartir, dialogar y llegar a acuerdos, pero sobre todo a disfrutar de la música en compañía.

En otro orden de cosas, eran tiempos complicados en el CSMV, las demandas de un nuevo Conservatorio y unas instalaciones mejores eran incesantes a la vez que imprescindibles. Finalmente llegó, pero yo no lo vi.

 

– Después de dejar Valencia, ¿cómo fue ese punto de inflexión hasta establecerte en Barcelona?

Salir de casa, el cambio, vivir fuera, es un buen contrapunto, te da otra visión de la vida. El cambio de Valencia a Barcelona me hizo crecer como persona, conocer otros músicos y compañeros. En un principio lo viví como una etapa de estudios hasta que finalizara la carrera de órgano en la ESMUC… pero llevo ya casi quince años en Barcelona!

 


– Habitualmente parece que se asocia la música de órgano a espacios o ambientes que tienen poca cabida o están alejados del mundo actual, incluso en los circuitos habituales de la música clásica. ¿Tal vez porque se relaciona demasiado con un  determinado ámbito como es el religioso? ¿Observas algún cambio actualmente en este sentido?

El ámbito religioso ha sido siempre una fuente inagotable de creación e interpretación musical. Bach se dedicó casi por completo a componer música que tenía que ser interpretada en la iglesia y es el ejemplo más claro, pero muchos otros compositores se han acercado en un momento u otro a la música religiosa. Por lo tanto, la historia de la música no sería la misma si la religión no hubiera tenido la necesidad de utilizar la música como una forma de acercamiento a sus diferentes espiritualidades.

En la actualidad, y por diferentes razones que serían largas de explicar, la calidad de la música que se interpreta en las iglesias en España dista mucho de lo que fue, y la música de órgano se ve afectada por ello. Es un trabajo nuestro intentar dignificar la figura del organista, del órgano y de su música, como uno de los repertorios más grandes e interesantes entre todos los instrumentos.

Sin embargo, creo que hay que percibir la música de órgano como algo que, aunque asociado a la música religiosa, contiene también un corpus de obras enorme de repertorio de concierto, transcripciones de obras sinfónicas, etc. Y cada vez más se programan conciertos de órgano en auditorios que disponen de este instrumento, como en el Palau de la Música, donde la música se despoja de esa relación.

 

– ¿Qué es para ti la Música? ¿Cuál es el propósito de la misma, o si quieres… cuál es su propósito para ti?

Como todas las artes, la música sirve para expresar la belleza (casi siempre). En el caso concreto, la propia partitura necesita de un intérprete que, partiendo de aquello que el compositor ha dejado, no solamente ejecuta la partitura sino que participa de esa creación. En el caso de la improvisación, la unión entre compositor e intérprete en la misma persona crea un momento extraordinario. Y esos momentos extraordinarios creo que son -en palabras de Jorge Wagensberg- una combinación perfecta de placer y frustración.

 

– Tienes una gran actividad de conciertos, no solo en España sino por todo el  mundo y también has grabado un reciente CD con excelentes críticas dedicado a Bach. ¿Por qué Bach y cómo se grabó?

La música de Bach es probablemente la que más me fascina, probablemente porque en muchas de sus obras podemos percibir algo que va más allá de la propia música, que trasciende. De niño escuchaba Bach con mucha atención y captaba todo mi interés, y es con toda seguridad el músico que hizo que me acercara al órgano y en general al teclado, y poder hacer un disco con su música ha sido un sueño cumplido.

¿Y por qué grabar algo que está tan grabado ya? Precisamente porque como músicos en el año 2017 tenemos la obligación de dar nuestra versión de esa música en el siglo XXI, y porque en tanto que intérpretes, tenemos algo único que sólo puede salir de nosotros. Se parecerá más o menos a otras versiones, pero es la nuestra, y nunca dejamos de descubrir algo nuevo cuando tocamos buena música.

 

– Desde hace un tiempo, impartes clase en la ESMUC ¿cómo es tu experiencia cotidiana como profesor? ¿la faceta pedagógica te ayuda en tu faceta de intérprete? ¿puedes compatibilizar ambas?

Mis clases en la ESMUC me ayudan a pensar seriamente en muchos conceptos que surgen del inconsciente y que debes ser capaz de explicarlos a los alumnos de una manera racional. Y los alumnos me aportan también muchas cosas, de manera que acaba siendo un aprendizaje para ambas partes. Ayudarles en su descubrimiento personal de la música ayuda también al mío y por supuesto, a mi faceta como intérprete.

 

– Eres también, actualmente, el organista titular de la Sagrada Familia de Barcelona, ¡casi nada! ¿Qué supone para ti este puesto tan relevante?

 Supone un honor y una gran responsabilidad. Una Basílica como la Sagrada Familia tiene la obligación de ser un lugar de referencia en muchos aspectos, también en el musical.

Resulta muy atractivo tener la oportunidad de participar de la creación de un proyecto musical desde cero, sin inercias, creando las bases para una actividad no sólo litúrgica, sino también musical y cultural a la altura del lugar. Tocar allí es una experiencia que no se puede comparar con ninguna otra, por las características acústicas, arquitectónicas y del espacio donde suena esa música.

 

– Como organista que ha dado conciertos en espacios tan impresionantes y mágicos como son las iglesias y catedrales de tantos países diferentes…seguro que recuerdas algún momento de magia especial ensayando o tocando en alguno de ellos. ¿ Nos puedes contar alguno?

En muchas ocasiones tenemos el privilegio de tocar en espacios muy singulares y instrumentos con muchos años de historia. Muchas veces tenemos el privilegio de preparar los conciertos allí mismo, en horarios en los que normalmente no se permite el acceso a los visitantes. Recuerdo especialmente la preparación de un concierto en la Catedral de Colonia. Me dieron las llaves y pasé varias noches y madrugadas preparándolo en la oscuridad de una de las catedrales más grandes del mundo, y ver entrar los primeros rayos de luz a las 6 de la mañana era una experiencia que no se puede explicar.

 

– ¿Cuáles son tus próximos conciertos o proyectos?

De aquí a septiembre tengo una agenda que afortunadamente está llena de proyectos interesantes y nuevos, en recital, como solista y como acompañante. Destacaría la presentación del nuevo CD dedicado a la música de Antonio de Cabezón y grabado en el Claviórgano del Museu de la Música de Barcelona, un instrumento que data de 1590 (¡!), una serie de conciertos en Turingia en los órganos de la tierra de Bach, y conciertos en Latinoamérica en Perú, Brasil y Colombia, con instrumentos muy diferentes y todos singulares.

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