«La mayor dificultad es independizarse de la partitura. La mayoría de los estudiantes que he conocido creen que leer la partitura es hacer música, pero ese es solo el primer paso»
Por Sergi Pérez Ferrer
Hace unas semanas tuve la oportunidad de participar en la masterclass de violín que Mirabai Weismehl Rosenfeld, actual Konzertmeister de la Orquesta Sinfónica de Dubrovnik, ofreció en el auditorio del CSMV, en la que sin duda fue una experiencia de gran valor. Más excepcional fue, si cabe, la oportunidad de entrevistar al acabar a esta figura de reconocido prestigio internacional, con quien tuve la oportunidad de hablar sobre los detalles de la vida profesional consagrada a la música, así como los porqués a su firme apuesta por la docencia musical.
Más allá de sus títulos académicos, la carrera de Mirabai Weismehl Rosenfeld ha destacado con la obtención de los premios Josef Gingold Award y Kaufman Violin Award, sus debuts como solista en EEUU, su nombramiento como miembro fundador de los violines primeros de la Orquestra de la Comunitat Valenciana por Lorin Maazel y su selección como Konzertmeister para la Orquesta Sinfónica de Dubrovnik (Croacia). Además, su apuesta personal por la docencia también la ha llevado a servir en diversos puntos de la geografía estadounidense y española, incluyendo las masterclass que ha ofrecido en el Conservatori Superior de Música «Joaquín Rodrigo» de València, ciudad donde ha afirmado sentirse “como en casa”.
S.P.: ¿Cómo ha sido la vuelta a València?
M.W.R.: Bueno, volver a València para mí es como volver a casa, tengo bastantes amistades aquí y quería ver cómo está yendo el conservatorio. Me encanta trabajar con estudiantes de este nivel, y quería darles todos los consejos y herramientas que pudiera para estudiar, y también dar el salto desde la vida estudiantil al mundo profesional.
S.P.: ¿Cuándo decidiste que querías dedicar tu tiempo a impartir clases a jóvenes músicos?
M.W.R.: Cuando estaba en el instituto, aún sin saberlo entonces, tuve una profesora de música que me cambiaría la vida. Ella provenía de la tradición de la escuela rusa, estudió con grandes maestros como Oistrackh, y fue ella quien puso orden en mi técnica del violín. Me enseñó paso a paso cómo estudiar, desde el ritmo hasta la calidad de sonido, pero también me enseñó a tocar desde el corazón. Me ayudó a través de la técnica y el estándar a acabar con la frustración que me producía no poder expresarme bien al violín, y decidí, años más tarde, que yo debería hacer lo mismo por otros. En cierto modo, es mi responsabilidad pasar esta “receta”, a la siguiente generación de violinistas.
S.P.: ¿Cuál crees que es la parte de la enseñanza que más disfrutas?
M.W.R.: Me encanta ese momento en el que puedes ver en los estudiantes que de verdad te han entendido, que de verdad ha “pillado” qué fallaba y cómo realizar el cambio. Entonces siento que he realizado mi trabajo.
S.P.: ¿Cuál crees que es la mayor dificultad de los estudiantes con respecto a nuestra rutina de estudio?
M.W.R.: En este caso, lo que veo es que la mayor dificultad es independizarse de la partitura. La mayoría de los estudiantes que he conocido creen que leer la partitura es hacer música, pero ese es solo el primer paso. A menudo, las clases se centran en poner las notas y los ritmos en su sitio, y desafortunadamente se descuida la musicalidad. Creo que es la función de todo profesor dar las herramientas técnicas al estudiante para que, cuando éste llegue a clase, la pieza pueda abordarse desde una mayor atención a la música, y así crear un equilibrio ente técnica y musicalidad.
S.P.: ¿Tienes algún consejo para los estudiantes a los que acabas de dar clase?
M.W.R.: Diría especialmente que hay que tener paciencia con uno mismo. Hay que tener en cuenta que el estudio es un proceso que se materializa paso a paso, y que, aunque en un día se avance sólo un 1%, si todos los días se avanza un poco, se acaba llegando al resultado deseado. Hay que perseverar a diario para que lo que no te sale hoy, te salga mañana. Otro consejo muy importante es que hay que hacer es grabarse mientras se estudia y luego escuchar. Es la mejor manera de asegurarse de estar logrando el resultado que quieres obtener.
S.P.:¿Cómo dirías que es el salto entre la vida del estudiante y la del músico profesional?
M.W.R.: Puede resultar un periodo difícil. Muchos estudiantes quieren tocar en orquestas, pero es muy difícil conseguir una plaza. Conlleva una preparación muy diferente a la que se requiere de tocar en las audiciones de conservatorio, porque precisa incidir sobre todo en pasajes orquestales. Esta transición lleva tiempo y la preparación correcta, y yo lo que recomendaría es tomarse un mes o dos antes de realizar ninguna prueba para reunir todas las partituras, elaborar una lista, y encontrar un “coach” que pueda enseñarte qué se requiere exactamente de cada pasaje orquestal. La diferencia entre las audiciones del conservatorio y las pruebas de acceso a una orquesta es que en las pruebas no te pedirán la obra completa, así que tienes que tocar impecablemente para poder ser seleccionado. En cierto modo, es un proceso cruel. Pero también querría decir a quien suspenda que no se rinda, que siempre hay más oportunidades: basta con perseverar, no dejarse distraer por los errores y saber cuál es el estándar exigido.
S.P.: A la hora de interpretar de cara al público, ¿cuál dirías que es la mayor dificultad normalmente?
M.W.R.: Probablemente la mentalidad. El estudiante y el profesor pasan meses corrigiendo paso a paso una obra, y a veces se pierde la perspectiva de que la actuación no es el lugar para seguir perfeccionando la obra que se toca, sino de interpretarla, y eso requiere una transición de en torno a una o dos semanas para mentalizarse y ser capaz de tocar la pieza completa sin detenerse a pesar de los errores. Este periodo es el momento ideal para grabarse, y juzgar uno mismo los resultados. En este periodo, el momento para criticarse y corregirse pasa a ser cuando se escucha la grabación, y no en el mismo momento en el que se produce el error.
S.P.: Por último, ¿cuál dirías que ha sido la experiencia de la que más has aprendido en música?
M.W.R.: Antes de ser violinista yo cantaba en coros, y una vez en el San Francisco Girls’ Chorus tuvimos la oportunidad de cantar para la interpretación de La Bohème en coro con la Ópera de San Francisco, con Luciano Pavarotti i Mirella Freni. Tuve mucha suerte. La experiencia de cantar y estar en la ópera me enseñó mucho sobre cómo traer la música a la vida, porque, por ejemplo, en el segundo acto se nos indicó que actuáramos disfrazados en el escenario mientras cantábamos. ¡Actuar y cantar junto a grandes maestros como Pavarotti en frente de 2000 personas! Fue una experiencia muy divertida, y eso me ayudó mucho a disfrutar de los escenarios y a ver la interpretación frente al público como representar un papel, como hacen los actores.
Sin duda una gran violinista, de excelente técnica y gran sonido. Toca desde el corazón porque es aún más grande como persona.
Placer de conocerla y escucharla.
Felicidades.
Ania Granjo
Profesora y escritora.
Entrevista absolutamente maravillosa y significativa!