Por Andrés Expósito Portillo
Jordi Blanch es titulado superior en Dirección de Coro, Piano, y Lenguaje Musical; y titulado profesional en Composición, en los Conservatorios “José Iturbi” y “Joaquín Rodrigo” de Valencia.
Estudió Dirección Coral con Eduardo Cifre, Adrián Cobo, Mª Carmen Cruz, Juan Luís Martínez y José Ramón Gil-Tárrega; trabajó también con José Vicente de Sousa, Erkki Pohjola y Kari Ala-Pöllänen en la especialidad de Dirección Coral Infantil. Sus estudios de dirección de orquesta han ido de la mano de Jordi Mora, Manuel Galduf, Enrique García Asensio y Antoni Ros-Marbà.
De 2000 a 2005 fue director del Conservatorio Municipal “Joaquín Rodrigo” de Sagunto, donde además se ocupó de la enseñanza pianística y la dirección de la orquesta del centro. Su labor como director de coro se ha centrado en las agrupaciones Xiquets Cantors “Divisi” (Valencia), Orfeó “Veus Juntes” (Quart de Poblet), Cor de la Unió (Torrent) y el coro “Virelai” de l’Escola Coral de Quart de Poblet; junto con la docencia coral y camerística en los conservatorios de Valencia y Torrent.
Ha trabajado en la preparación coral de diferentes óperas y obras sinfónico-corales con los maestros Cristóbal Soler, Juan Luís Martínez, Ramón Tebar, Christopher Franklin, Henrik Nánási, Fabio Biondi, Roberto Abbado, Lorin Maazel y Riccardo Chailly.
Desde 2016 es director asistente del Cor de la Generalitat Valenciana.
- Expósito: Jordi, ¿en qué momento decidiste presentarte al puesto de Director asistente del Cor de la Generalitat? ¿Qué te empujó a esta aventura?
Jordi Blanch: Como muchas cosas en la vida, la decisión vino por una oportunidad que aparece en el camino. Debo decir que tras veintiún años dedicados ininterrumpidamente a la docencia me encontraba en un pequeño momento de crisis. Amo enseñar música y especialmente enseñar a cantar, pero trabajar con niños supone que cada año hay que volver a crear una montaña que desaparecerá a final de curso. Y si bien hace años me decanté por la asignatura de coro en detrimento de la de piano, principalmente porque las clases son mucho más dinámicas (quizá suene poco profesional decir que son más divertidas, pero es así…) también me llegó un punto en el que notaba que estaba anclado y con sensación de repetición en mi trabajo. Y en éstas fue que llegó la oportunidad. Tengo algunos buenos amigos en el Cor de la Generalitat que me alertaron de que se iba a abrir un proceso de selección para ocupar el puesto de asistente, y a partir de ahí estuve atento hasta que salió la convocatoria.
- Expósito: Es de suponer que para llegar a conseguir este prestigioso puesto, tuviste que enfrentarte a unas pruebas bastante exigentes. ¿Cómo fue el proceso de selección?
Jordi Blanch: El proceso consistía en dos fases: en la primera, había que enviar el currículum y un DVD dirigiendo coro y coro con orquesta; de ésta, se seleccionaron a cinco aspirantes para la prueba final en la que había que preparar las óperas: Aída (G. Verdi) e Idomeneo (W.A. Mozart). Finalmente tuvimos que dirigir uno de los fragmentos de Aída frente un coro de 96 personas, parando para hacer las correcciones y explicaciones que consideráramos oportunas. Debo reconocer que la sola visión de un grupo tan numeroso imponía, y más todavía cuando el primer acorde era un fortissimo de tutti. La sensación era como que el sonido que proyectaban te echaba para atrás.
- Expósito: Tu formación musical es muy amplia. ¿Tuviste claro que querías dedicarte al mundo de las corales desde que comenzaste los estudios de música?
Jordi Blanch: Para nada. Mi sueño, desde bien pequeño, era ser director de orquesta, pero tenía claro que previamente debía centrar mis estudios en un instrumento, que fue el piano. Si bien he cantado en coros desde pequeño, he dirigido al coro de la parroquia de mi pueblo (Quart de les Valls), debo decir que mi pretensión nunca fue esa. Digamos que un coro se me cruzó por el camino. Fue trabajando de profesor de piano en la Academia Divisi, cuando el director me ofreció empezar a trabajar con una agrupación infantil, y ahí surgió todo.
- Expósito: ¿Qué etapa fue la que más influyó en tu formación?
Jordi Blanch: Es típico decir que todas, pero no es ninguna mentira. Todo en los estudios va sumando: lo que te enseñan, lo que aprendes, lo que interiorizas, lo que investigas, e incluso las malas experiencias con profesores, compañeros o en conciertos. Quizá pueda reconocer un punto de inflexión en un cursillo que hice en Sant Cugat del Vallés (Barcelona). Como he explicado antes, me ofrecieron empezar a trabajar con una agrupación infantil, y surgió la posibilidad de asistir a unas jornadas de trabajo con el Tapiola Choir (Espoo – Finlandia) y sus directores Erkki Pohjola y Kari Ala-Pöllänen. Allí explicaban su forma de trabajar, sus premisas pedagógicas, su día a día, elección del repertorio… y un largo etcétera que culminaba en un concierto. Aquello me supuso un golpe mental enorme, porque nunca había visto un coro de niños que sonara así (y a día de hoy sigo pensando que está dentro de los tres mejores coros que he podido escuchar). Terminé aquel domingo decidido a que yo iba a poder hacer eso algún día, y así fue.
- Expósito: Antes de llegar a convertirte en el Director asistente del Cor de la Generalitat, has dirigido muchos coros. ¿Ha sido capital esta experiencia previa?
Jordi Blanch: Por supuesto. Un coro es un instrumento como cualquier otro. Con sus problemas de gestión, sus problemas humanos, sus problemas técnicos y sus problemas musicales. Bajo mi punto de vista, no se diferencia en nada con la autogestión necesaria para dominar un instrumento como el piano o el clarinete. El director debe ser conocedor de todo aquello, investigar las posibilidades para saber qué le puedes pedir y en qué puedes hacer que mejore cada integrante. Más tarde se podría entrar en si la dirección de una orquesta necesita de unos aspectos diferentes a la hora del movimiento gestual, pero ésa es solamente la punta del iceberg. Mover la batuta, la mano o la cabeza es la culminación de todos los conocimientos previos y el estudio de la partitura.
- Expósito: ¿Cómo fue tu primer día en este puesto?
Jordi Blanch: Divertido. Se dio una circunstancia muy interesante. Resulta que Francesc Perales, el director titular, no pudo estar los dos primeros días por un problema familiar, así que mi presentación al coro fue de “Buenos días y a trabajar”. Para mí fue una suerte, porque empecé sin saber la forma de trabajo, hábitos… nada. Y ello me permitió ser simplemente yo. Eso sí. Me asustó la velocidad de trabajo. Empezamos a leer Idomeneo de Mozart, y cuando faltaba todavía media hora para terminar el ensayo ya estaba la ópera totalmente leída a primera vista. En el mundo de los coros no profesionales digamos que todo se mastica mucho porque no siempre saben leer música, ni conocen la pronunciación de otros idiomas. Recuerdo una sensación de vértigo considerable.
- Expósito: Las exigencias que conlleva este puesto son máximas, ¿cuáles son tus funciones? ¿Cómo funciona esta formación?
Jordi Blanch: Antes que nada debo decir que el grado de profesionalidad y excelencia de cada persona que trabaja para hacer una ópera en el Palau de les Arts es estratosférico. Desde el primero hasta el último. Y digo esto porque cada uno en su parcela trabaja para que el error no exista porque ante todo, y parafraseando a Freddie Mercury: the show must go on. Una hora de trabajo del coro, de la orquesta, sastrería, maquinistas, regidores, solistas y directores es algo carísimo, con lo que el tiempo es realmente oro. Mi función principal se resume en estar siempre preparado por si el director titular no puede estar; en un ensayo de coro, de escena o en última instancia en una función dirigiendo los coros internos. A partir de ahí mis funciones son: dirigir un grupo cuando se desdobla la plantilla en óperas, conciertos sinfónicos o a cappella; dirigir ensayos parciales, estar preparado pianísticamente por si el maestro repetidor no puede asistir a un ensayo, preparar la programación de ensayos, revisar las partituras de las óperas nuevas…
Y contestando a cómo funciona la formación haré un pequeño resumen: Primero leemos las partituras en los ensayos musicales preparando para que cuando llegue el maestro de la ópera en cuestión esté ya todo memorizado, y él o ella solo tengan que dar sus indicaciones de estilo, fraseos, sentimientos, musicalidad en general. Posteriormente empiezan los ensayos de escena, en los que el director de la producción explica y marca todos los movimientos que debemos hacer para que la historia tome forma, con el acompañamiento de un maestro repetidor al piano. La ópera debe ser una conjunción perfecta entre música y teatro, y si una de ellas falla la historia no será creíble para el público. Posteriormente se hacen los ensayos conjuntos en los que ya aparece la orquesta y la parte actoral debe ser casi perfecta, y culminamos en los ensayos pre-general y general antes del estreno. En los días que quedan por en medio de las funciones y los ensayos finales normalmente estamos ya leyendo el siguiente título, para que la maquinaria siempre esté preparada.
- Expósito: Para todos aquellos que estamos formándonos todavía, ¿qué consejo nos darías?
Jordi Blanch: Curiosidad. Que no se pierda. Al leer un libro, al asistir a una clase, al estudiar una hora, al hablar con otra persona, al ir a un concierto, al equivocarnos… Creernos que ya lo sabemos todo no es bueno, y tampoco debemos creer todo lo que nos dicen. Simplemente hay que ver las cosas con ganas de aprender y no perder la capacidad de maravillarnos y emocionarnos aprendiendo.
Gracias por su trabajo 3