Por Maria Mateu Blau.
Antiguo alumno del Conservatorio Superior de Música “Joaquín Rodrigo” de Valencia, actualmente dirige la Ópera de Sabadell y próximamente dirigirá en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona y en el Teatro Real de Madrid.
Muy brevemente: ¿Cómo empieza su afición por la música?
Mis padres me apuntaron a música con 7 años y, aunque al principio lo tomaba como un juego, poco a poco me fui dando cuenta de que me gustaba. Todavía recuerdo cuando junté las dos manos en el piano en una obra de Bach, iba dando botes por mi casa.
¿Cómo recuerda su paso por el conservatorio de Valencia?
Fueron años felices. Cuando estaba estudiando COU tenía muy claro que quería ser músico, así que al año siguiente de acabar el bachillerato poder dedicarme enteramente a la música fue un alivio para mí porque todavía no sé cómo hacía para estudiar las asignaturas de COU y a la vez piano, armonía y todas las demás materias de música. También en esa etapa fui a muchos conciertos en el Palau de la Música y empecé a fijarme en los grandes directores que pasaban por allí.
¿Cómo vivió su estancia en Londres? ¿Y su experiencia dirigiendo agrupaciones allí?
Fueron dos años que pasé inmerso las 24 horas del día en música porque Londres es una ciudad con un abanico cultural impresionante. Cada semana escuchaba cuatro o cinco conciertos con grandes orquestas y directores. En el Royal College of Music todos los días había conciertos de cámara, tenían una biblioteca con miles de discos y partituras y cada día podía descubrir música nueva. Las orquestas de alumnos eran muy buenas y se aprendía mucho dirigiéndolos y además venían directores famosos a trabajar con nosotros. Fue una experiencia inolvidable.
Durante su formación ha estudiado en muchos sitios y ha aprendido de grandes profesionales. ¿Qué lugar ha sido el más especial para usted?
Cuando acabé mi estancia en Londres estuve unos meses buscando trabajo y me salió la oportunidad de ser asistente en el Coro del Gran Teatre del Liceu de Barcelona. Al poco tiempo empecé a trabajar en la Ópera de Sabadell, primero como director de coro y luego como director de orquesta y creo que ésta ha sido una verdadera escuela para mí. Cuando sales del Conservatorio tienes muchas ganas y energía pero apenas experiencia y el apoyo que me dio en su momento y me sigue dando Mirna Lacambra, directora general y artística de la Ópera de Sabadell, junto a su marido Xavier Gondolbeu y toda la junta ha sido imprescindible en mi formación como director.
¿Destacaría sus estudios con algún profesor en especial?
En Valencia aprendí mucho con el catedrático de Dirección de Coros Eduardo Cifre. Yo cantaba en el Orfeón Universitario que dirigía Cifre y en cada ensayo disfrutaba muchísimo con él. Un día le pregunté si podía asistir a sus clases y me dijo que por supuesto. Estuve yendo de oyente dos años porque todavía no había terminado los estudios necesarios para poder empezar Dirección de coros y luego me examiné de los tres cursos en uno. Debo decir que Eduardo Cifre es uno de los músicos más impresionantes que he conocido. Con uno de los gestos más elegantes y claros que he visto nunca se añade una musicalidad innata y una pasión por la música que se me contagió enseguida. También aprendí mucho de John Carewe en el Royal College de Londres. Carewe fue profesor de Simon Rattle, director de la Filarmónica de Berlín y gracias a esto podíamos ver siempre los ensayos de Rattle cada vez que venía a Londres.
¿Cuál es su opinión, desde el punto de vista del director, sobre la música de vanguardias?
En el Royal College dirigí y escuché bastantes obras contemporáneas y había una variedad increíble de estilos. A mí personalmente, me atraen más aquellas composiciones en las que puedo ver el trabajo melódico sin renunciar al estilo compositivo contemporáneo.
¿Cuáles son según usted los mejores directores de orquesta de la actualidad?
Me gustan mucho Riccardo Chailly y Mariss Jansons. Creo que los dos son muy eclécticos y dan a sus conciertos otra dimensión. Levine es otro de los directores que me gustan porque dirige mucho repertorio diferente y todo lo hace bien. Entre la nueva generación destacaría al nuevo director del Metropolitan de Nueva York, Yannick Nézet-Séguin, al nuevo director de la Filarmónica de Berlín, Kirill Petrenko y al director de la Filarmónica de Los Ángeles Gustavo Dudamel.
¿Cuál es el compositor con el que se siente más cómodo dirigiendo?
Siempre es difícil escoger a un compositor, aunque dirigir Mozart siempre es un placer. He dirigido muchas de sus óperas y siempre disfruto mucho. Puccini puede ser otro de los compositores que más cómodo estoy.
¿Qué recomendaciones daría a los alumnos de dirección con respecto a estos estudios?
La dirección de orquesta es una profesión difícil y larga de aprender. Tienes que combinar aspectos técnicos, teóricos y psicológicos y eso no se aprende en un día. Se adquiere con la experiencia y ésta es difícil de conseguir. ¿Cómo se hace entonces? Para mi es importante ir a todos los ensayos que se pueda para ver a distintos directores y cómo trabajan. El ensayo es un aspecto indispensable que se enseña poco en los conservatorios. Se enseña mucha técnica pero poco de cómo gestionar y hacer un buen ensayo. Luego cada uno tiene que buscar oportunidades por todas partes. Pondré un ejemplo: el último concurso al que me he presentado fue en Constanta, Rumanía. Miré el jurado y vi que uno de ellos era Vincenzo de Vivo, que ha sido director artístico de la Ópera de Bologna y Nápoles, entre otras. Pensé: si voy y gano igual se fija en mí y cuando lo hagan director artístico de alguna ópera igual me llama. Así lo hice. Fui al concurso, lo gané y se fijó en mí. A los tres meses lo hicieron director artístico de la Ópera Ancona- Jesi y me llamó para dirigir Cavalleria Rusticana y Pagliacci. Acabo de volver de Italia y ha sido un éxito. Eso que yo hice, y que he hecho en numerosas ocasiones, se llama buscar la oportunidad. A veces sale bien y otras veces sale mal pero hay que llamar a muchas puertas para que se abra alguna. Por último, les diría que no dejen nunca de estudiar e investigar nuevas obras y sobretodo que no se rindan y peleen por lo que les gusta.
Tiene un extenso recorrido en concursos. Háblenos de su camino recorrido y qué consejos daría a los que se quisieran presentar.
Los concursos son una herramienta más para el director de orquesta. Me he presentado a muchos y he tenido premios en cuatro de ellos. Sobre todo a mí me han servido para mejorar y coger confianza. La única pega de los concursos es que tienes que ganar el primer premio para que tenga repercusión. Yo he ganado el primer premio en el Concurso Fondazione Capuana de Spoleto y dirigí dos años allí dos óperas y dos conciertos sinfónicos y el concurso de Rumanía, al que me refería en la pregunta anterior, me sirvió para volver de nuevo a Italia. Pero los otros dos concursos que he ganado un segundo premio y un tercero sólo me han dado dinero.
Díganos cuáles son sus próximos proyectos.
Los proyectos más inmediatos son en enero en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. Allí dirigiré el concierto final del Concurso Internacional de Canto Tenor Viñas. En febrero iré a Madrid al Teatro Real a dirigir el Concierto de ganadores del Viñas con la Orquesta Sinfónica de Madrid y luego en febrero-marzo tengo una gira por Cataluña con la ópera “Manon Lescaut” de Puccini con la Ópera de Sabadell.
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