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“¿Morir?… ¡Yo no puedo morir!”. Friedrich Nietzsche, según un refrán gitano
Por Gloria Alonso
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El pasado jueves día 30 de enero, tuvo lugar en el Auditorio del CSMV una conferencia sobre la Segunda Sinfonía “Resurrección”, a cargo del Dr. Manuel Lafarga Marqués. Esta actividad se realizó con motivo del concierto extraordinario que se celebró el lunes 3 de febrero en el Palau de la Música, con la interpretación de la 2ª sinfonía de G. Mahler, bajo la dirección del maestro G. Dudamel, a fin de recaudar fondos para los damnificados por la DANA en Valencia.
La conferencia se estructuró en torno a una presentación que incorporaba imágenes históricas conectadas directamente con el discurso. Estas imágenes no solo ilustraban el contenido, sino que también guiaban la narrativa, permitiendo al público adentrarse en el contexto histórico de la sinfonía.
En particular, se exploraron algunos hitos significativos en la vida de Mahler, especialmente en relación con la génesis de la Segunda Sinfonía, y también su relación con influyentes artistas de su tiempo y su actividad en Viena y en Nueva York. Sin duda se trató de un genio en el mejor sentido romántico, altamente apreciado y valorado por la intelectualidad de su tiempo, alguien único e irrepetible que revolucionó la técnica de la dirección orquestal y también de la composición sinfónica.
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Su carrera fulgurante y siempre ascendente, que comenzó en Casel, le llevó a la dirección de las mejores orquestas en diversas capitales europeas emblemáticas, como Praga, Leipzig, Budapest, Hamburgo, Viena, y finalmente Nueva York, cada una de las cuales representó una etapa significativa en su desarrollo personal y artístico.
Durante la conferencia, se compartió mucha información relevante sobre cada una de estas ciudades que caracterizaron su trayectoria profesional. Por ejemplo, en Leipzig en 1887, y dadas las frecuentes ausencias del director titular del Stadt-Theater, Arthur Nikisch, acabó dirigiendo un total de 234 representaciones de 54 obras diferentes en una sola temporada, y en las que obtuvo además un rotundo éxito de público.
Esta frenética actividad concertística no le dejaba tiempo para la composición, a la que se dedicaba durante sus vacaciones en verano instalándose con su familia en una casa de alquiler junto a algún lago de los Alpes. Desde las 6 de la mañana hasta las 3 de la tarde, se encerraba en la caseta aneja de los guardias o los jardineros, y en algún verano en que esta no existía, la hizo construir adrede para poder trabajar. El resto del día lo compartía con su familia.
Segunda Sinfonía “Resurrección”, por Manuel Lafarga.
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La integración de las voces humanas en el discurso sinfónico orquestal fue una de las intenciones explícitas de Mahler dentro del contexto del “programa romántico”, que contemplaba también el poema sinfónico y la sinfonía programática como nuevos “instrumentos” para alcanzar los mismos fines: dotar a la música instrumental de contenido semántico.
Beethoven había iniciado el camino, y pronto le siguió Héctor Berlioz, quien fue el primero en utilizar el término “sinfonía coral” en su Sinfonía Dramática de 1839. Mahler utilizó un coro y solistas por primera vez en los dos últimos movimientos de su Segunda Sinfonía – la única a la que otorgó un título (“Resurrección”) –, y después dos movimientos vocales en la Tercera, y dos en la Cuarta con textos de Friedrich Nietzsche. Fue sólo en la Octava que culminó este elaborado proceso incluyendo texto a lo largo de toda la obra.
El germen de la Segunda fue un poema sinfónico basado en una obra literaria de Adam Bernard Mickiewicz de Poraj, en torno a la celebración del día de difuntos (Dziady, o Los antepasados), escrito en 1823. Su propia composición – Totenfeier (funerales) – data de 1888, y constituye el primer movimiento de la sinfonía. A causa de su prolífica actividad como director, no volvió a su proyecto hasta cinco años después, en el verano de 1893: completó el Andante, y a la vez el Lied 6 sobre San Antonio de Padua y también el Scherzo sinfónico.
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Al final del verano, antes de volver a Hamburgo, había compuesto el breve Lied 11 Urlicht (Luz primigenia) para contralto, pero aún no tenía ningún esbozo ni tampoco texto para el movimiento coral final. Encontró la idea el 29 de marzo de 1894, al escuchar la palabra resurrección durantelas exequias de Hans von Bülow, en una página coral Aufersteh’n (Resucitarás) de Carl Heinrich Graun, sobre unos versos de Friedrich Gottlieb Klopstock. Graun había sido maestro de capilla de la orquesta de Federico el Grande desde 1770 hasta su propia muerte.
Mahler dudaba acerca de la recepción que se daría a su obra, temiendo la inevitable comparación con la Novena Sinfonía de Beethoven, y en consecuencia dirigió personalmente el estreno de los tres primeros movimientos con la Filarmónica de Berlín, el 4 de marzo de 1895, en un concierto organizado por su amigo Richard Strauss.
La crítica le acusó de destrozar los tímpanos de los oyentes con un “ruidoso y rimbombante patetismo” y con “disonancias atroces y torturantes”. Sin embargo, nueve meses después, el 13 de diciembre, la presentó de nuevo completa en la misma ciudad, incluyendo los dos movimientos vocales con el coro final. Y de nuevo, aunque recuperó el favor de su audiencia, no ocurrió lo mismo con la crítica.
El 24 de noviembre de 1907, tras dejar su cargo al frente del Teatro de la Ópera Imperial de Viena, Mahler se despidió de la ciudad con su Segunda Sinfonía. Aunque en ambas audiciones la sala estaba casi vacía, más de 200 artistas e intelectuales le acompañaron personalmente a la estación de ferrocarril para despedirle camino de su nuevo, y siempre ascendente, destino profesional en el Metropolitan Opera House. Llegó a Estados Unidos el 21 de noviembre de 1908, y el 8 de diciembre dirigió el estreno de la Segunda con la Orquesta Sinfónica de Nueva York. En uno de sus viajes de vuelta a Europa, la dirigió de nuevo en 1910 en el Teatro Châtelet de París, con gran éxito de publico.
El manuscrito original de la obra fue donado por Alma Mahler a Wilhelm Mengelberg en 1920, durante el festival que éste ofreció al compositor ya desaparecido con la Orquesta del Concertgebow. La Fundación Mengelberg lo vendió en 1984 a Gilbert Kaplan, quien publicó una edición en facsímil en 1986. En 2016 fue subastado en Sotheby’s de Londres por 4.5 millones de euros, el precio más alto de la historia para una partitura manuscrita. Actualmente está expuesta en el Museo de Arte de Cleveland.
La sinfonía se divide en 5 movimientos. El 1º movimiento es instrumental, Allegro Maestoso y simula la muerte, basado en el poema de Mickiewicz, que trata sobre un hombre que se suicida tras ser abandonado por su amada. Sin embargo, paga este pecado siendo obligado, ya como espíritu, a permanecer junto a ella. El desarrollo comienza de forma brutal, acentuado por la percusión, el dies irae y el futuro tema de “resurrección”. El 2º movimiento también es instrumental, es un Andante moderato, en formato de lied vienés (A-B-A-B-A), en el que se describe la pérdida de la fe. El 3º movimiento instrumental es la parte orquestal del lied de San Antonio de Padua, predicando a los peces, extraído de su ciclo Das Knaben Wunderhorn. El 4º movimiento se describe como Urlicht (“luz primigenia”), una página breve y luminosa de 5 minutos para voz de contralto. El 5º movimiento, en el que se observa un respeto escrupuloso por la acentuación del verso, es el más extenso, la Resurrección, con una introducción a cargo del coro y una duplicación final de todas las voces.
La plantilla de la orquesta que requiere es: 4 flautas, 4 pícolos, 4 oboes, 2 cornos ingleses, 6 clarinetes, 1 clarinete bajo, 4 fagotes, 1 contrafagot, 10 trompas, 8 o 10 trompetas, 4 trombones, 2 tubas, percusión completa, 2 arpas, 1 órgano, dos voces (soprano y contralto) y un coro. En cuanto a las cuerdas, Mahler especificó “todas las que quepan”, de modo que su número depende en cada ocasión del espacio del escenario.
Manuel Lafarga es Doctor en Arte por la UPV, en el programa “Arte: producción e investigación”, y actualmente es Catedrático de Estética e Historia de la Música en el CSM “Joaquín Rodrigo” de Valencia desde 2023. Anteriormente lo fue en el CSM “Oscar Esplà” de Alicante y en el CSM “Salvador Seguí” de Castellón de la Plana, durante los últimos 15 años.
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Titulado superior de Oboe por el Real CSM de Madrid, fue intérprete y solista en diferentes orquestas sinfónicas (entre ellas la ORTVE y la OSM …), antes de dedicarse por entero a la docencia y la investigación. Ha sido Profesor Asociado de Historia de la Música y el Folklore en la Universidad de Valencia (UVEG) durante casi dos décadas, en donde impartió, además de su docencia reglada, numerosos cursos reconocidos sobre las relaciones entre la música y la neurociencia, la lingüística, el desarrollo infantil, y la evolución humana. Ha impartido igualmente un buen número de conferencias sobre estos temas, accesibles en su Canal de Youtube “Manuel Lafarga”.
Es autor de diversas publicaciones en revistas especializadas relacionadas con sus campos de interés (p.e. Quod Libet o Musica & Figura, las revistas de musicología de las Universidades de Alcalá de Henares y Padua, respectivamente). Y entre ellos, el objeto de su tesis doctoral: “Ecos de Grecia: la cuestión pendiente. Bases históricas de la polifonía vocal e instrumental en el Mundo Clásico”, Cum laude en la Universitat Politècnica de València (UPV) en 2017. El IRCTP (International Research Center for Traditional Polyphony – UNESCO) también ha publicado, en los últimos años, media docena de ensayos de su autoría sobre las prácticas polifónicas de los Antiguos.
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Desde 2018, ha concentrado toda su actividad de investigación en la obra monumental de Paolo Caliari el Veronés “Las Bodas de Caná” (1563), el segundo lienzo más grande del mundo después de “El Paraíso” de Tintoretto. Fruto de este trabajo continuado es igualmente su participación en diversas publicaciones y congresos internacionales (5): Lucca (2019), Baltimore (2023), Helsinki (2024), Boston (2025, y Leeds (2025) www.theweddingatcana.org.
En esta última ciudad, se presentará este año a la comunidad académica internacional la primera reconstrucción histórica de tres ejemplares de un instrumento musical previamente inexistente: la trompeta-en-U, el precedente medieval de las trompetas naturales. El trabajo de reconstrucción, a partir de tres miniaturas iluminadas de 1400, y de una cuarta fuente renacentista que aparece en el lienzo del Veronés detrás de su propio autorretrato, ha sido llevado a cabo por especialistas del CSM “Salvador Seguí” de Castellón de la Plana (Vicente Campos y Luis Escribano), en el marco de un proyecto de investigación multidisciplinar del ISEA/CV. El monográfico del Centro en su 25º Aniversario ofrecerá este año pública difusión de los objetivos del proyecto.
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