Por José Miguel Sanz García
Resumen
En el año del centenario del nacimiento de Luis García Berlanga, el presente artículo realiza un recorrido por su filmografía, centrándose en el tratamiento musical que el director dio a sus películas. Nombres como los de Jesús García Leoz, Miguel Asíns Arbó, Michel Jarre, Astor Piazzola, o Bernardo Fuster y Luis Mendo configuran un panorama sonoro tan ecléctico como las películas en las que se sitúa. El acercamiento a la obra fílmica, y el análisis músico-visual nos evidencian la importancia de lo sonoro en el particular mundo berlanguiano.
Palabras clave: Luis García Berlanga; música cinematográfica; cine español; banda sonora.
Resum
L’any del centenari del naixement de Luis García Berlanga, el present article realitza un recorregut per la seva filmografia, centrant-se en el tractament musical que el director va fer a les seves pel·lícules. Noms com els de Jesús García Leoz, Miguel Asíns Arbó, Michel Jarre, Astor Piazzola , o Bernardo Fuster i Luis Mendo configuren un panorama sonor tan eclèctic com les pel·lícules en les quals es situa. L’acostament a l’obra fílmica, i l’anàlisi música-visual ens evidencien la importància del sonor en el particular món berlanguià.
Paraules clau: Luis García Berlanga; música cinematogràfica; cine espanyol; banda sonora.
Abstract
In the centenary year of the birth of Luis García Berlanga, this article takes a journey of his filmography, focusing on the musical treatment that the director gave to his films. Names like those of Jesús García Leoz, Miguel Asins Arbó, Michel Jarre, Astor Piazzola, or Bernardo Fuster and Luis Mendo make up a sound scene as eclectic as the films in which it is situated. The approach to the film work, and the music-visual analysis show us the importance of sound in the particular Berlanguian world.
Key words: Luis García Berlanga; film music; Spanish cinema; soundtrack.
La boutique (1967)
La película cuenta la historia de un triunfador en los negocios, Ricardo (Rodolfo Beban), que se comporta como un playboy, dedicando todo su esfuerzo real a las carreras de coches y a sus conquistas. Ante la falta de descendencia, su suegra urde un procedimiento para atraer su atención: inventar una grave enfermedad que irá postrando a Carmen (Sonia Bruno) lentamente hasta su muerte. Ricardo, afligido, dedicará ahora toda su atención a su esposa, mientras esta aprovechará esta nueva actitud para cumplir todos sus sueños: comprarse caros abrigos, abrir una boutique, operarse los pechos. Esto llevará a Ricardo a graves aprietos económicos (recurrimos al pago de las letras que ya obsesionara a los personajes en Plácido). Mientras Ricardo vuelve a las andadas, y corteja a la empleada, Carmen mantiene una relación afectiva con el decorador de su boutique. Cuando dichas relaciones extraconyugales quedan al descubierto, así como la falsa enfermedad, Ricardo intentará asesinar a su esposa…
La película era una coproducción hispano-argentina, lo que conllevó que fuera rodada en Argentina, cuando estaba pensada para hacerlo en España. No se pudo contar con los actores en los que se había pensado en principio (José Luís López Vázquez y Laly Soldevilla). Ni el título pudo ajustarse a los gustos de guionistas y director (habían pensado La víctima –por el hombre-, o Las pirañas –por las mujeres-). La idea de La boutique fue impuesta por el propio productor Cesáreo Fernández. Todo esto, unido a los condicionantes del rodaje hizo que el resultado fuese totalmente fallido, «una película gris, llena de bobadas, que no era ni buena, ni mala ni regular», [1] pese al excelente guión del que se partía.
La música fue encargada a Astor Piazzola,[2] si bien no llegó a convencer al propio Berlanga: «se limitó a remedar a los italianos, pero ni siquiera en un bloque consiguió superar a los Rusticelli o a los Savina de las comedietas de Franchi e Ingrassia».[3] Dicha música se presenta sin una importancia real en la película, ni a nivel expresivo ni estructural, quedando relegada a distintos momentos ambientales, con carácter básicamente diegético. El compositor utilizará para dicha ambientación ritmos sudamericanos (bossa-nova a cargo de flauta, guitarra, percusiones y bajo), con claros acentos argentinos (como supone el timbre del bandoneón), que contrastará de forma no excesivamente afortunada con la ambientación de la película, marcadamente europeista. Es resaltable el bloque genérico inicial, con un carácter más experimental, reutilizada en la escena del frustrado asesinato.
El film pasó con la más completa indiferencia de público y crítica.
[1] Testimonios de L. García Berlanga en Franco, Jesús. Bienvenido Mister Cagada. Op. cit., pp. 140-141.
[2] «Empecé a enamorarme de Buenos Aires y, al cabo de un mes, me sentía como en casa, no sólo por la belleza de la ciudad, que había calado profundamente en mí, sino por el encanto de sus gentes, y la belleza y apertura de espíritu de sus mujeres. Soy negado para la música, pero hasta eso me parecía bien. Me refiero a la música popular. En aquel tiempo, el número uno era Astor Piazzola, que había renovado con brillantez el viejo tango. No fue difícil conseguir que él hiciera la música de la película». Ibidem, pp. 137-138.
[3] Ibidem, pp. 140-141.
Leer artículo completo en: Escuchando a Berlanga (2ª parte). José Miguel Sanz García
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