Por Carmen Mayo
El Conservatorio «G. Tartini» de Trieste, fundado en 1903, es uno de los conservatorios históricos italianos de relevancia europea. Por su situación geográfica, cercano a países como Austria y Eslovenia, recoge una historia que más bien parece proceder de la tradición vienesa y húngara que de la propia Italia. No olvidemos que Trieste, a orillas del mar Adriático, fue junto con Viena una importante ciudad del imperio austro-húngaro y su principal puerto marítimo.
El conservatorio lleva el nombre del intérprete, compositor y teórico Giuseppe Tartini, nacido en 1692 en Piran (hoy Eslovenia) y fallecido en Padua (1770).
Mi estancia como profesora Erasmus del 27 al 29 de mayo me permitió sumergirme, no solo en el ambiente musical del Conservatorio, sino en el aire poético y literario que impregna toda la ciudad, crisol de culturas y ciudad de fronteras, donde la sensación de nacionalidad prácticamente se disuelve. No en vano, aquí pasaron largos periodos escritores como James Joyce. Imprescindible visitar los antiguos cafés históricos de la ciudad, como el Caffè degli Specchi, el San Marco, el Caffè Tommaseo, lugares de tertulias literarias y estética modernista.
Dando un paseo por sus calles, una piensa que podría estar en Viena, en Venecia, o tal vez en Budapest. Todo esto se refleja en la arquitectura en la cultura musical de la ciudad y, especialmente, en su gran tradición de música de cámara.
El Conservatorio se encuentra ubicado en el Palazzo Rittmeyer, en el centro de la ciudad, y está dotado con dos preciosas salas de conciertos: la Sala Tartini y el Aula Magna, donde se presentan todo tipo de recitales y audiciones. La oferta formativa del centro es muy amplia, desde el perfeccionamiento instrumental hasta la dirección de orquesta y coro, canto, composición, teatro musical, jazz, música antigua o nuevas tecnologías. Cuenta actualmente con unos 700 alumnos.
Por lo que se refiere a la música de cámara es imprescindible mencionar aquí al histórico Trío de Trieste, uno de los más célebres tríos con piano del siglo XX y referencia histórica de esta formación. Fundado en 1933 en el Conservatorio de Trieste cuando sus miembros eran todavía estudiantes, estaba integrado por Renato Zanetovich (violín), Libero Lana (violonchelo) y Darío de Rosa (piano). Amedeo Baldovino sustituyó posteriormente al chelista Libero Lana en 1962.
El Trío de Trieste estuvo activo hasta 1995 desarrollando una intensísima actividad concertística en todo el mundo. Obtuvieron numerosos premios internacionales e impartieron clases, no solo en el conservatorio, sino en prestigiosas instituciones como la Accademia Chigiana de Siena, o la Scuola di Musica de Fiésole. Efectuaron grabaciones para los sellos Deutsche Grammophon y Decca, entre otros. Desde 1996, con periodicidad anual, se celebra en Trieste un importante concurso internacional: el «Premio Trío de Trieste» para grupos de piano y cuerda.
Con esta tradición musical, mi estancia en Trieste no podía resultar más atractiva.
Las sesiones de música de cámara se desarrollaron bajo el acompañamiento del coordinador de la asignatura: Romolo Gessi, profesor excelente y amabilísimo (quién se había perfeccionado, por cierto, con el Trio de Trieste), con quien pude intercambiar experiencias, impartir clase a algunos de sus grupos y conocer con detalle el sistema organizativo de la asignatura. Igualmente, pude participar en las lecciones con los profesores del departamento de cámara: Antonio Fracchiolla y Franco Calabretto.
Creo que una de las experiencias más interesantes del programa Erasmus, es esta posibilidad de compartir experiencias, nuestra visión de la música (en este caso de cámara) y su enseñanza, con otros profesionales y también comprobar que los alumnos y alumnas se parecen mucho en cuanto a su carácter, sus problemas y aspiraciones…en todas partes. Podía sentirme perfectamente como si estuviera en una de mis clases en el Conservatorio Superior de Música de Valencia. Al lado, de esto y, no menos importante, es sumergirse en la cultura, el contexto histórico y la tradición artística y musical del lugar.
Los alumnos del conservatorio, de un excelente nivel en todo tipo de combinaciones instrumentales, me sorprendieron con su actitud tan profesional y ese espíritu respetuoso que se muestra a los «maestros», generalmente, en Italia.
Un agradecimiento especial al coordinador Erasmus, Prof. Mario Pagotto, que me atendió con una cortesía exquisita en todo momento.
Una experiencia inolvidable.
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