RECITAL “TRÍO DITIRAMBE” Un concierto muy especial con degustación incluida

Por Laura Navarro Álvarez

 

El pasado 26 de octubre a las 19:30 horas tuvo lugar el primer concierto del trío Ditirambe en la vinoteca Enópata, un lugar con encanto que se encuentra en un bajo de la calle Cuenca de Valencia. Nos reunimos allí alrededor de 100 personas, de edades muy diversas.

En una sala cautivadora, bajo la penumbra de dos simples focos, las estanterías llenas de libros rodeaban a tres oboes solistas que se dedican a la enseñanza, tres grandes músicos del panorama actual:  Jesús Fuster Palmer (actualmente, catedrático de oboe del Conservatorio Superior de Música de Castellón y durante casi 30 años del Conservatorio Superior de Valencia), Daniel Fuster Navarro (profesor de oboe del Conservatori del Liceu de Barcelona y de la Escuela Superior de Música de Alto Rendimiento (ESMAR)) y Doménec Hurtado Juan (profesor de oboe y Asesor-Técnico Docente del Servicio de Enseñanzas de Régimen Especial de la Conselleria de Educación, Cultura y Deporte).

La ocasión merecía un lugar mágico, pues aquella tarde de sábado se reunieron dos antiguos alumnos y su querido maestro para deleitarnos con las notas del oboe y el corno inglés.

El público quedó asombrado ante la técnica del maestro y la sensibilidad de sus discípulos, y con una copa de vino en la mano, aplaudía sin cesar pidiendo un segundo bis. Creo que no me equivoco al pensar que no dejaron indiferente a nadie. La cantidad de notas que tocaron en las variaciones de Beethoven sobre La ci darem la mano, la delicadeza en la emisión de sonido, las miradas entre compases y las entradas y silencios en conjunto fueron una parte esencial del concierto. Jesús, Dani y Doménec compartían una complicidad singular y un pasado en común. Semanas, meses y años de mucho trabajo y esfuerzo, en los que los estudiantes que asistimos pudimos vernos reflejados.

Cada detalle de la velada fue único. Sin duda, fue un concierto con tintes naturales, acompañado de los colores de la viña, que despertó los sentidos de los espectadores e incluso de los propios músicos. La degustación de vinos, y cada libro colocado en las estanterías, hizo de aquella sala un entorno perfecto para el arte. Los asistentes nos emocionamos con cada melodía y contrapunto, al mismo tiempo que el vino inspiraba parajes desconocidos con sabores típicos de todo el mundo.

En lo referente a la música, se puede decir que los intérpretes valencianos hicieron música. Es decir, no tocaron notas sin más, buscando un reconocimiento virtuosístico, sino que dieron paso a las emociones. Interpretaron obras de A. Vivaldi, G. Jacob y L. Van Beethoven. Y nos dejaron con ganas de más: más tiempo compartido y más buena música.

Desde luego, hacen falta más conciertos íntimos como este, en el que adolescentes, jóvenes y adultos puedan compartir una experiencia artística diferente.  Eta Hoffman decía que “la música empieza donde acaba el lenguaje”. Ojalá vuelva a juntarse el trío Ditirambe para demostrar que la música, al embelesarnos, une a las personas y es tan admirable que destruye barreras porque no discrimina a nadie.

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