Educar la interioridad

Título: Educar la interioridad

Autor: Luis López González

ISBN: 978-84-16429-24-0

Editorial: Plataforma Editorial

Año de la edición: 2015

Formato: 13,9 x 21,9

Páginas: 250

 

 

En una sociedad como la actual, marcada por el consumismo, el incremento continuado de agresiones de hijos a padres, el aumento del número de niños con trastornos y medicación, resulta evidente que la educación emocional y de la interioridad de los jóvenes está siendo un tanto descuidada. Junto a ello, el surgimiento en los últimos años de movimientos a favor de la educación emocional en las escuelas, dotan de una gran relevancia a las reflexiones relacionadas alrededor de dicho campo.

De este modo, se pueden identificar dos etapas claramente diferenciadas en el cultivo de la interioridad: la etapa preindustrial y el siglo XXI. La primera de ellas viene determinada por la escasez económica, la dominancia religiosa y el trabajo corporal. Por su parte, el s. XXI se caracteriza por ser totalmente opuesto, ya que viene marcado por el bienestar general, a pesar de la crisis económica, la laicidad y la falta de uso de nuestro cuerpo.

En la actualidad contamos con una gran cantidad de inercias que dificultan el desarrollo de nuestra vida interior, tal es el caso de la prisa, el exceso tecnológico, la virtualidad, la infoxicación (exceso de información), el “hacer” en lugar del “saber”, los nuevos mitos (dinero, móvil, moda, reto deportivo, consumo…) y la falta de valores.

 Entre los beneficios de educar la interioridad encontramos aspectos laborales, sociales, escolares, psicológicos y de salud. Además, ayuda a gestionar emociones y sentimientos.

De este modo, en el libro se hace alusión a la existencia de 3 vías para desarrollar la interioridad: vía reflexiva o de la razón, vía estética y vía psicocorporal.

La interioridad se construye a través de la bondad, la verdad y la belleza, motivo por el cual el cultivo del arte y la belleza dan sensibilidad a la interioridad. De este modo, es posible afirmar que creatividad y arte se retroalimentan, convirtiéndose este último en un puente que comunica la interioridad del que expone con el que observa. Es por ello, que la educación artística es esencial para una interioridad completa.

Vivir incluye sentir, pensar y hacer, es decir, comprende los tres aspectos que forman la interioridad. Cualquier desajuste provocado entre estos tres elementos en los niños puede perjudicarles en su edad adulta. Por ello debemos educar la interioridad a través de conocerse a uno mismo (necesidades y capacidades), tendencia natural (vocación) y valores (misión en el mundo).

En conclusión, el libro de Luis López González presta atención a la educación de la interioridad de los niños, proporcionando ejercicios para realizar con ellos y desarrollar esta faceta tan importante en sus vidas. Sin embargo, dichos pasos e información suministrada es posible llevarla al mundo de la educación, ya que en el trabajo diario con niños debemos cuidar el cultivo del interior, aspecto que tendrá un papel fundamental a lo largo de sus vidas, y que no obstante, está siendo desatendido en la sociedad actual, la cual no educa esta faceta.

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